Godric Gryffindor despertó aquella mañana más feliz que nunca. Miró por la ventana de su habitación y vio que ya había magos y brujas caminando y trabajando en el pequeño pueblo de Hogsmeade. Sonrió. Hoy era un gran día.
El motivo de su gran dicha era que ayer había citado a su mejor amigo, Salazar Slytherin, para comentarle una idea que tenía desde que era joven, la cual se le contagió de su padre, quien siempre quiso fundar una escuela de magia para impartir clases como profesor.
Godric y Salazar se conocieron en Hogsmeade a los dieciocho años y puesto que el primero venía de África y apenas sabía nada de Escocia (ni de siquiera su país natal, Inglaterra), el otro muchacho le enseñó todo lo que sabía. De todas formas, en aquella época ambos eran nuevos en el pueblo y lo conocieron a fondo juntos. También visitaron en incontables ocasiones aquel bosque del que tanto habían oído hablar.
Godric encontró, con mucha alegría, a un amigo tan aventurero como él con el que tanto había soñado.
Pero de eso ya hace mucho tiempo. Doce años, nada menos. Ahora eran unos treintañeros que deseaban cuanto antes fundar una escuela y hacerse de oro enseñando a niños todo lo que sabían.
Godric avisó a su buena amiga Rowena Ravenclaw, quien aceptó gustosa la invitación al pueblo para tratar ese tema secreto del que Gryffindor le habló.
Por su parte, Salazar contactó con la joven Helga Hufflepuff, su fiel y vieja amiga, que también afirmó que asistiría a la cita.
Y así, aquel día a las cuatro de la tarde, esas dos brujas y esos dos magos, se encontraron en la taberna de Las Tres Escobas.
—¡Salazar, querido, cuánto tiempo sin verte! —exclamó Hufflepuff cuando vio a su querido amigo.
La señora Helga Hufflepuff era una bruja regordeta, con el pelo por debajo de los hombros, pelirrojo y recogido en una coleta. Llevaba un vestido de color caramelo, aunque sus preciosos ojos azules eran lo que más destacaba de su rostro.
Por otro lado, la señora Rowena Ravenclaw mantenía su serio y sereno temple aunque estuviese inmensamente feliz de reencontrarse con su amigo Gryffindor. Era una mujer de cabellos negros y largos, de ojos oscuros y, al contrario que Hufflepuff, era alta, delgada y muy bella.
Godric y Salazar también habían cambiado. El inglés era la viva imagen de su padre cuando tenía su edad; barba y pelo largos y pelirrojos, de ojos verdes, fuerte y fornido. Salazar conservaba la frialdad de los ojos de su padre junto con su color grisáceo que se tornaba azul de vez en cuando, pero seguía siendo delgado y rubio.
Helga y Salazar se abrazaron como hermanos. Godric besó el dorso de la mano de Rowena y la sonrió, haciendo que a ella se la escapara una sonrisa tímida.
—Siento comunicarte que estoy prometida, amigo —le soltó al pelirrojo—. Y no te convendría luchar contra mi futuro esposo.
—No hay nadie más valiente que yo, bella Rowena —contestó Godric sacando pecho—. Te lo puedo asegurar.
Los cuatro se sentaron, las brujas se saludaron entre sí, ya que no se conocían. Pidieron cervezas de mantequilla y, después de que el camarero se hubo ido, Godric carraspeó.
—Bien, buenos amigos míos, os he reunido hoy aquí para daros una agradable noticia: Salazar y yo queremos abrir una escuela de magia.
Rowena le miró estudiando su sonrisa triunfante y meditó. Ella siempre quiso ser una profesora, le encantaba relatar historias y enseñar todo lo que sabía. Rowena sonrió y asintió.
Helga, sin embargo, se quedó algo impresionada. ¿Ella, una fundadora y una profesora de magia? ¡Si era tabernera!
—¿Qué ocurre, Helga? ¿No te gusta la idea? —le preguntó Salazar. Entonces la pelirroja reaccionó.
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Los Orígenes de Hogwarts
FanfictionTodos conocen la historia de El Niño que Vivió, todos saben cómo venció a El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado en muchas ocasiones, todos alaban a su Salvador, a su Héroe, a aquel chico que salvó al mundo mágico de terribles acontecimientos... Pero esta hist...