Cap. 14

33 1 0
                                    

- Son malos, ya te lo dije probaremos todo lo que sea. No me rendiré hasta curarte.

Poco mas hablamos hasta que llegamos al hospital, corrió ha recoger los resultados y a mi me hizo esperar en su despacho. Tenía todo ordenado y tres marcos, en los tres estabamos los dos dándonos unos besos, que yo misma al recordarlo me ponía roja. Sergio era pura pasión y amor.

- Gatita. *Entro serió*

- ¿No es bueno?

- No lo abrí aún. Tengo más miedo que tú.

- ¿Por que? No seas tonto, no soy la primera ni última con esto.

- Mi yo profesional te diría eso, que no eres la primera ni seras la última, pero se como  es esta enfermedad.

- Claro eres médico.

- Los médicos saben que síntomas se siente, pero no como la persona lo siente todo, ni como lo pasa aquellas personas que ven como esta la persona enferma.

- Tú lo sabes demasiado bien. Pero tan horrible no creo que sea. ¿Verdad?

- Mi abuela era una persona inquieta, aun que no llevo sus genes, ella decia que nos parecíamos, siempre leíamos y compartimos opiniones, pude tratarla poco tiempo, por que al morir mis padres su enfermedad se hizo mas fuerte que ella. Primero se mereaba y perdia el equilibrio, luego le dolía hasta que la tocarán, perdió el apetito, las ganas de reír, en un año acabo en la cama sin poderse mover y los médicos nunca intentaron ayudarla. Ver a la persona mas fuerte del mundo, llorar y quejarse mientras dormía era horrible, no podía tocarla para bañarla, o cosas así. Era la única persona que tenía, y se me fue. Fui la única persona que estuvo a su lado hasta el último suspiro. Mi familia es bien pequeña, bueno era bien pequeña.

- Tú me has curado, yo lo sé. Abrelo.

Me obedeció, estaba mas nervioso que yo, temblaba sus manos. Comenzó a leer y su rostro cambio.

- Mi ángel guardián ¿Que ocurre?

No sabía si su expresión era buena o mala.

- Estas curada. Eso sí ya te aviso tienes revisiones cada mes durante un año. Luego cada dos meses, hasta que sea cada 6 meses. ¿Vale?

- ¿Por que tienes que darme una buena noticia, con todas esaa malas?

Por que te amo. *Se levanto del asiento y me beso, con uno de esos besos que daban fuerzas, y ganas de vivir*

- Amor, vamos a casa.

- Claro gatita.

- Al final te araño, como gata.

- Eso me lo harás si duda. *Me susurro en el oído*

- ¿A que te refieres?

- A que si me arañaste aquel día, hoy no te cuento lo que me harás.

- ¿Quien a dicho que vamos a tener sexo?

- Te lo digo yo gatita. Me lo merezco.

- ¿Por curarme? Es tu deber.

- No, por eso no. Si no por estar a pan y agua desde ese día. No sabes lo difícil que es dormir a tú lado y no tenerte bajo o sobre mí. Sin olvidar que no que he podido quitar el tanguita.

- ¡No solo quieres que me abra de piernas, si no que me ponga el tanga!

- Eso suena como si solo quisiera eso de ti. Y sabes que no solo es eso lo que quiero contigo gatita.

- Bueno, supongo que estará bien, pero me quitas rápido el tanga.

- ¿Eso es que aceptas mi proposición indecente?

- Eso es que yo también tengo ganas, pero tú no me decías nada.

- No soy adivino nena. Y tú pide lo que quieras, que yo intentaré dártelo.

- ¡Oh! Mi gatito.

- ¡No! No, me digas gatito.

- ¿Por que?

- Suena cursi.

- ¿Mi cosita linda?

- Tampoco.

- Capullo.

- Prueba algo que no sea insulto.

- Mi ángel guardián, mi protector, mi héroe.

- Otra cosa, eso me suena raro.

- Todo te suena mal.

- Todo no.

- ¿Como qué?

- Mi amor, mi cielo, mi niño, mi hombre, mi vida, mi todo, mi tontorrón.

- Sergio, eso es algo que te digo en público, yo quiero algo como tu haces.

- Algo en privado, como gatita. ¡Hmmmm! No sé, corazón mío.

- Mi doctor, dime algo que solo yo pueda decirte cuando estemos solos.

- Lo que quieras gatita.

- Mi pervertido.

- ¿Así me dirás? Pero así quisiera que me llamarás todo el rato.

- No, así no te diré todo el rato, que vergüenza.

- Vamos a casa que lo único que quiero que me digas es «No pares amor, sigue» eso si entre fuertes gemidos.

- Guarro. *Me dio un cate en el trasero*

- Cierto. ¿Sabes? *Su cara era la del rey de los pervertidos*

- No, no sé.

- Mejor lo del tanga lo dejamos para esta noche, para después de la cena.

- Sí, mejor ahora tomamos helado.

- No, ahora *Cerro la puerta con pestillo* nos quedamos. Siempre quise estar aquí contigo, y hacertelo sobre la mesa.

- No, aqui si que no.

Fui a abrí, pero me detenio, me abrazo por la espalda, empezó a besar mi cuello y metio su mano por debajo de mi falda.

- Quieto bebé....¡Mmmm! Por favor.

Empecé a acalorarme.

- Reconoce que estas ahora mismo con ganas de estar sobre esa mesa y yo delate de ti dandote todo.

- Bebé, no es buena idea. Nos pueden oír.

- Bebé es muy buena palabra para que me dijas en privado gatita.

Di un respingo al sentí su dedo dentro de mi vagina.

- Vale, ganas bebé.

- Te amo gatita.

Luego pasado unos meses desde aquel día, me pidio matrimonio, mis padres por poco se mueren por la noticia, no se esperaban tal cosa, y mucho menos que en un año sería la boda. Por suerte mis padres estaban felices de que estuviera con Sergio.

- ¿Amor? ¿Estas?

- Si, en el baño, no me dejas afeitarme tranquilo, en.

- No te afeites, me gusta tu barba.

- Tarde. ¿Que querías amor?

- Sólo que si estabas listo para ir a mirar para la adopción, quiero casarme y tener al pequeño o pequeña.

- Eres una caprichosa.

- ¿Por que te dio por afeitarte?

- Por que vamos a ver a nuestro futuro hijo, y quiero tener buena presencia.

- Crees que aun no es el momento de tener hijos sea nuestros o adoptados ¿Verdad?

Pon Un Doctor En Tu Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora