- Son malos, ya te lo dije probaremos todo lo que sea. No me rendiré hasta curarte.
Poco mas hablamos hasta que llegamos al hospital, corrió ha recoger los resultados y a mi me hizo esperar en su despacho. Tenía todo ordenado y tres marcos, en los tres estabamos los dos dándonos unos besos, que yo misma al recordarlo me ponía roja. Sergio era pura pasión y amor.
- Gatita. *Entro serió*
- ¿No es bueno?
- No lo abrí aún. Tengo más miedo que tú.
- ¿Por que? No seas tonto, no soy la primera ni última con esto.
- Mi yo profesional te diría eso, que no eres la primera ni seras la última, pero se como es esta enfermedad.
- Claro eres médico.
- Los médicos saben que síntomas se siente, pero no como la persona lo siente todo, ni como lo pasa aquellas personas que ven como esta la persona enferma.
- Tú lo sabes demasiado bien. Pero tan horrible no creo que sea. ¿Verdad?
- Mi abuela era una persona inquieta, aun que no llevo sus genes, ella decia que nos parecíamos, siempre leíamos y compartimos opiniones, pude tratarla poco tiempo, por que al morir mis padres su enfermedad se hizo mas fuerte que ella. Primero se mereaba y perdia el equilibrio, luego le dolía hasta que la tocarán, perdió el apetito, las ganas de reír, en un año acabo en la cama sin poderse mover y los médicos nunca intentaron ayudarla. Ver a la persona mas fuerte del mundo, llorar y quejarse mientras dormía era horrible, no podía tocarla para bañarla, o cosas así. Era la única persona que tenía, y se me fue. Fui la única persona que estuvo a su lado hasta el último suspiro. Mi familia es bien pequeña, bueno era bien pequeña.
- Tú me has curado, yo lo sé. Abrelo.
Me obedeció, estaba mas nervioso que yo, temblaba sus manos. Comenzó a leer y su rostro cambio.
- Mi ángel guardián ¿Que ocurre?
No sabía si su expresión era buena o mala.
- Estas curada. Eso sí ya te aviso tienes revisiones cada mes durante un año. Luego cada dos meses, hasta que sea cada 6 meses. ¿Vale?
- ¿Por que tienes que darme una buena noticia, con todas esaa malas?
Por que te amo. *Se levanto del asiento y me beso, con uno de esos besos que daban fuerzas, y ganas de vivir*
- Amor, vamos a casa.
- Claro gatita.
- Al final te araño, como gata.
- Eso me lo harás si duda. *Me susurro en el oído*
- ¿A que te refieres?
- A que si me arañaste aquel día, hoy no te cuento lo que me harás.
- ¿Quien a dicho que vamos a tener sexo?
- Te lo digo yo gatita. Me lo merezco.
- ¿Por curarme? Es tu deber.
- No, por eso no. Si no por estar a pan y agua desde ese día. No sabes lo difícil que es dormir a tú lado y no tenerte bajo o sobre mí. Sin olvidar que no que he podido quitar el tanguita.
- ¡No solo quieres que me abra de piernas, si no que me ponga el tanga!
- Eso suena como si solo quisiera eso de ti. Y sabes que no solo es eso lo que quiero contigo gatita.
- Bueno, supongo que estará bien, pero me quitas rápido el tanga.
- ¿Eso es que aceptas mi proposición indecente?
- Eso es que yo también tengo ganas, pero tú no me decías nada.
- No soy adivino nena. Y tú pide lo que quieras, que yo intentaré dártelo.
- ¡Oh! Mi gatito.
- ¡No! No, me digas gatito.
- ¿Por que?
- Suena cursi.
- ¿Mi cosita linda?
- Tampoco.
- Capullo.
- Prueba algo que no sea insulto.
- Mi ángel guardián, mi protector, mi héroe.
- Otra cosa, eso me suena raro.
- Todo te suena mal.
- Todo no.
- ¿Como qué?
- Mi amor, mi cielo, mi niño, mi hombre, mi vida, mi todo, mi tontorrón.
- Sergio, eso es algo que te digo en público, yo quiero algo como tu haces.
- Algo en privado, como gatita. ¡Hmmmm! No sé, corazón mío.
- Mi doctor, dime algo que solo yo pueda decirte cuando estemos solos.
- Lo que quieras gatita.
- Mi pervertido.
- ¿Así me dirás? Pero así quisiera que me llamarás todo el rato.
- No, así no te diré todo el rato, que vergüenza.
- Vamos a casa que lo único que quiero que me digas es «No pares amor, sigue» eso si entre fuertes gemidos.
- Guarro. *Me dio un cate en el trasero*
- Cierto. ¿Sabes? *Su cara era la del rey de los pervertidos*
- No, no sé.
- Mejor lo del tanga lo dejamos para esta noche, para después de la cena.
- Sí, mejor ahora tomamos helado.
- No, ahora *Cerro la puerta con pestillo* nos quedamos. Siempre quise estar aquí contigo, y hacertelo sobre la mesa.
- No, aqui si que no.
Fui a abrí, pero me detenio, me abrazo por la espalda, empezó a besar mi cuello y metio su mano por debajo de mi falda.
- Quieto bebé....¡Mmmm! Por favor.
Empecé a acalorarme.
- Reconoce que estas ahora mismo con ganas de estar sobre esa mesa y yo delate de ti dandote todo.
- Bebé, no es buena idea. Nos pueden oír.
- Bebé es muy buena palabra para que me dijas en privado gatita.
Di un respingo al sentí su dedo dentro de mi vagina.
- Vale, ganas bebé.
- Te amo gatita.
Luego pasado unos meses desde aquel día, me pidio matrimonio, mis padres por poco se mueren por la noticia, no se esperaban tal cosa, y mucho menos que en un año sería la boda. Por suerte mis padres estaban felices de que estuviera con Sergio.
- ¿Amor? ¿Estas?
- Si, en el baño, no me dejas afeitarme tranquilo, en.
- No te afeites, me gusta tu barba.
- Tarde. ¿Que querías amor?
- Sólo que si estabas listo para ir a mirar para la adopción, quiero casarme y tener al pequeño o pequeña.
- Eres una caprichosa.
- ¿Por que te dio por afeitarte?
- Por que vamos a ver a nuestro futuro hijo, y quiero tener buena presencia.
- Crees que aun no es el momento de tener hijos sea nuestros o adoptados ¿Verdad?
ESTÁS LEYENDO
Pon Un Doctor En Tu Vida.
Chick-LitSahyka Mendoza, es una joven estudiante de arte la cual enferma de cáncer, los médicos la dan por perdida pero un joven doctor, Sergio Becquer, recién salido de su carrera con unas notas envidiables, ve el caso de Sahyka y le dice a los padres de la...