Prólogo: Adiós papá

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Me desperté, era de noche y mi hija estaba a mi lado viendo por la ventana -¿qué pasa?- le


pregunte -hay unos señores quitándole la bolsa a una anciana me contesto asustada -debemos


hacer algo. - me pare de la cama y me dirigí hacia la sala donde teníamos algunas armas -¿cuál
quieres?- le pregunte como si fuera normal. -El cuchillo me contesto. -Está bien - agarre el cuchillo


y se lo di en las manos mientras yo agarraba una pistola común ya que no eran gran cosa los


asaltantes. -¿Ya podemos irnos?- me pregunto desesperada -quiero ver sangre, tenía los ojos bien


abiertos.


-Descuida hija la veras- sonrió y salimos, los asaltantes seguían allí, se escuchó como una bala salía


hiriendo en la pierna a uno mientras el otro entre las sombras se veía como se le enterraba un


cuchillo en el pecho -jajajaja- se escuchaban las risas de mi hija mientras me acercaba corriendo al


asaltante herido. Lo sostengo mientras ella se acerca lentamente y despacio pasa el cuchillo en el


pecho del asaltante -haaaaaaaaaaa!!!- se escuchaba como gritaba pero era una calle donde nadie


pasaba. Mi hija al fin enterró el cuchillo en el abdomen de aquel señor mientras salía más y más
sangre.
-Hija tenemos que cenar - le dije como excusa para que terminara con aquel tipo. -Si papa- me dijo


con voz temblorosa; la sangre corría por sus manos y las mías mientras la anciana corría de


nosotros.


La sangre que corría empezó a manchar mi traje mientras que mi hija solo tenía manchadas las


manos. Ella saco su cuchillo del tipo y lo dejamos sufriendo que se desangraba. Nos dirigíamos a


los barrios donde había mas delincuentes, cada vez que nos encontrábamos a uno lo torturaba mi


hija mientras yo lo sostenía, cada vez se manchaba más mi traje y el vestido de ella solo tenía unas


manchas. En el momento en que solté al tipo mi hija me abrazo diciéndome: -eres el mejor papa


de todos- mientras me daba un beso. Vi que se manchó su vestido de mi traje lleno de sangre pero


no le importo y quería seguir.


-Hija debemos irnos- le conteste ya que empezaría a amanecer y dentro de poco nos descubrirían.


-Un rato más papa- me insistió. -No podemos tenemos que irnos- la agarre de la mano y nos


dirigíamos de vuelta a casa dejando allí a todos desangrándose ya que sabíamos que morirían


pronto. Al llegar a casa lo primero que hice fue darme una ducha para desmancharme mientras


que ella agarraba su peluche y lo abrazaba con fuerza contándole lo que aviamos hecho mientras


se acostaba en su cama con su vestido puesto. Cuando salí de la ducha ella se había quitado su


vestido y lo guardo como si fuera lo más preciado en su vida.


Vi como ella estaba allí parada observando su vestido, estaba en ropa interior pero no le preste la


más mínima atención. Después de hacer la cena empezamos a comer, ella llevaba su blusa negra


que avía decorado con sangre de verdad la forma de un corazón que tenía la inicial de mi nombre


y la del suyo.

Después de comer me fui a la cama para poder dormir, mi hija me acompaño ya que no quería


dormir sola en su cuarto, a mí no me importo que durmiera conmigo hemos estado solos por


mucho tiempo; a la noche siguiente ella ya estaba lista para salir, su vestido ensangrentado se le


veía hermoso, era un vestido blanco y con sangre, me puse de pie y fui a ponerme mi traje, seré


honesto mi traje es cuando me case y el vestido de mi hija es el que uso mi esposa, pero a ella le


gusto. Lo tiene apenas y le empezó a aquedar, mi hija se parecía mucho a su madre hasta los


mismos gustos de matar y de ver la sangre correr.


-Hija vámonos- le dije cuando salí del baño ya arreglado. -Si papi- me contesto. Salimos otra vez,


cuando llegamos a donde estábamos la noche anterior no había nadie, pensamos que se


arrepentían de robar o de ser unos pedófilos, mi hija se decepciono al ver que no podría matar a


nadie en ese momento, hasta que cinco sombras que empezaron salir de la oscuridad y


empezaron a acercarse, en ese momento mi hija sonrió como si estuviera en una dulcería, saque


mi pistola y al voltear me di cuenta de que mi hija no estaba, después empecé a ver como cada


una de esas sombras iban desapareciendo una por una, excepto la última que se veía más lejos esa


sombra quedo de pie.


-¡Papa!- la escuche gritar y corrí directo donde escuche de dónde provenía el sonido.


-¡¿Dónde estás?!- respondí mientras vi como la sombra se alejaba más y más, al correr pise la


sangre de las otras sombras que estaban allí y que cayeron. Al alcanzar la sombra pude observar


que era un hombre alto y que la tenía en sus brazos, recuerdo que le di dos balazos en las piernas


para que se detuviera, creo que solo una bala dio en el blanco porque este cayo arrodillado


-¡suéltala!- le grite para que la dejara ir, pero este con el mismo cuchillo de mi hija amenazaba con


matarla, con la mirada fija a mí el hombre me dijo: -suelta la pistola y será libre- lo tuve que hacer


ya que no tenía otra opción, mi hija era lo más importante para mí y no dejaría que le hiciera algo,


este se puso de pie de nuevo y de algún lugar por su tobillo saco una pistola pequeña.


solo escuche como salían tres balas mientras que en mi pecho tenía un dolor enorme y caí al


suelo, vi como ese hombre soltaba a mi hija desmayada mientras salía corriendo y riendo,


arrastrándome con mucha dificultad llegue hacia donde ella estaba y la abrace como si ella fuera


un tesoro que podía perder en cualquier momento, mi hija empezó a despertarse y en el


momento en que me vio empezó a llorar, le dije -todo estará bien- entre toses, puso mi cabeza en


su regazo y me acariciaba la mejilla, recuerdo como sus lágrimas recorrían mi cara mientras


empezaba a ver todo oscuro y como empezaba a costarme respirar -hija.... te.... amo- fueron mis


últimas palabras antes de quedar dormido.

DAUGHTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora