8.El desayuno.

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Salgo al patio con el corazón en un puño. Llego unos cinco minutos tarde, pero mi teléfono se quedó sin batería. La verdad, si el Pou de Rhydian no hubiese tenido hambre a las ocho de la mañana, ahora mismo estaría en cama.

Al despertar Rhydian no estaba, supongo que él ya habrá bajado a desayunar; y como no, no podía avisarme. Tan amable y comprensivo siempre.

Mis dedos se aferran al pomo y empujo hacia dentro. Todo el mundo está ya sentado; hay varias mesas, de cuatro personas cada una.

Busco a mis amigas con la mirada, eso me obliga a quedarme parada en frente de la puerta. Soy consciente de que todo el mundo me está mirando ya, les oigo cuchichear. Maldita sea,todos han tenido que enterarse. 

Mi mirada pasa por Austin, se ha dado la vuelta en la silla para quedar mirando hacia mí. Instintivamente levanto la mano para saludarle. Él se limita a sonreír y devolverme el saludo.

Menos mal, tan sólo espero que a él no le importe mi "participación" en la broma. A decir verdad, supongo que la mitad de los cuchicheos serán positivos. Todo el mundo adora a Rhydian, y ya que yo le "ayudé" seguramente mi popularidad habrá subido positivamente.

Sigo sin ver a mis amigas,pero sí  a Layla. Está sentada con las chicas del curso de C, mira tú por donde, las más zorras; muy de su estilo.

No debería de pensar así de Layla, es normal que esté enfadada por lo que pasó. Aunque empieza a darme bastante igual, no es como si yo le tuviera demasiado aprecio, no voy a engañarme. Si tuviera que confiarle mi vida a alguna de mis amigas, me temo que ella hubiese sido la última. Ahora y desde siempre.

Escucho a alguien gritar "en bajo" mi nombre. Me giro hacia la voz. Jocelyn está sentada en la mesa de la derecha del fondo; está agitando el brazo.

Para llegar hasta ellas tengo que pasar delante de Layla, mierda; menudo sitio fueron a elegir. 

Paso lo más rápido posible, intentado no mirarla, sin embargo justo cuando estoy en frente; se gira de golpe.

-¿Estaba buena la sopa, Chris?- me pregunta, sonriente.

Todas las que se sientan con ella, cuyos nombres no sé, ni me interesan; empiezan a reírse.

Me acerco a Layla y le pongo los labios al oído.

-No lo sé, eso dímelo tú.

Acto seguido apresuro el paso y voy hacia mis amigas.

Me siento en el sitio libre que me han dejado.

-Tía ¿Qué ha pasado? ¿Ayudaste a Rhydian? ¿Le tiraste sopa a Layla? ¿Cómo es estar con Rhydian?- pregunta Jocelyn.

-No lo sé. No. Más o menos y horrible- me limito a contestar.

Delante de mí hay un plato con algo que debería de ser pasta. Y con debería me refiero a los cocineros, que "deberían" tomar clases de cocina; aunque las cosas abstractas, por lo que veo, las llevan bien. Y además ¿Pasta para desayunar? A mí con leche me llegaba.

-Ah, yo tía...- Jocelyn me agarra del brazo- ¿Por qué orden y qué preguntas te había hecho?

No puedo evitar echarme a reír, segundos también Evie lo hace también.

-Os lo contaré con detalles, ¿Sí? Pero esto queda entre nosotras.

La mayoría de las veces la última frase no haría falta resaltarla, pero parecía que Jocelyn estuviera a punto de sacar una libreta y anotarlo todo.

Tras mi larga historia de bromas, idiotas mentirosos y sopa; nadie parece querer decir nada.

-Bueno, pero... Rhydian te ayudará a ir a la fiesta- comenta Evie.

Mi compañero de castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora