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—Cálmese, niña Charo, cálmese, porque bien pudiera
darse el caso de que la estampa no estuviera bendecida y en-
tonces no sólo no ejerció su poder, sino que dio ocasión para
que los roedores, advertidos de la impunidad de que podían
gozar, tomaran entonces venganza, por los males recibidos.

Santo Dios,  tía Charo está colmando mo paciencia. Su forma de ser es agotadora.
No imagino como me trataría a mi si yo fuera su sobrina.

CanekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora