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"Un indio llegó con su hijo desmayado. Ni en el pozo ni en la acequia había agua para mojarle las sienes. Canek empujó
el cancel de la Parroquia. Un vaho de humedad le endulzó la cara y la respiración, tomó con sus manos el agua bendita y roció la carita del niño."

Canek, dulce Canek.

CanekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora