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Pero cuando la luna quedó completamentecubierta desombra, y los ruidos y los gritos y el canto de los gallos y el ladrido de los perros anudaron de miedo la garganta de todos, entonces
fue la tía Charo quien, con voz ahogada, se puso a gritar:
—¡Se comen a la luna! ¡Se comen a la luna!
Con las manos golpeaba, furiosa, sobre los barrotes de su ventana.

CanekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora