EN UNA SEMANA

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3

—No puedo creerme que te hayas pegado en el instituto, Stiles—le recriminó Sam, que sostenía en sus manos el parte de incidencias firmado por el director—. ¿En qué estabas pensando? ¿Qué te hemos enseñado Dean y yo?
—Hombre, Sam...—intervino su hermano, sentado en el sofá y comiéndose una porción de tarta de manzana—. Le hemos enseñado el ritual de exorcismo, usar armas, defenderse, encontrar moteles baratos, normalizar la ingesta de alcohol... Raro es que no nos haya dado casi ningún problema hasta hoy. ¡Y no bebe!
—Te he dicho mil veces que no me quites autoridad cuando riño al chico, Dean.
—Sólo se estaba defendiendo, ¿verdad, Stiles?—Le miró, arqueando las cejas—. ¿O qué esperabas que hiciera? ¿Qué usara el diálogo como arma, al igual que hacías tú? A ti no te sirvió de mucho...
—No quiero que Stiles se vuelva una persona violenta que necesite resolver sus diferencias con los demás a puñetazos.
—A ver, calma—intervino el chico, que estaba sentado en una silla de madera y había estado en silencio desde que llegó y entregó el papel—. Ni voy a dejarme pegar ni voy a convertirme en una persona violenta. Es un chico que me lleva haciendo bullying desde ayer, y...
—¡¿Qué te hace bullying?!—Dean se levantó del sofá, con los carrillos llenos de tarta—. Una cosa es un roce puntual, pero no voy a dejar que nadie te acose. ¿Quién es ese desgraciado?
—Da igual, papá—le dijo Stiles—. Ya no volverá a molestarme porque...

Se detuvo. No podía nombrar a Derek. Dean y Sam no sabían de su existencia y no debían saberlo aún. No hasta que él mismo se hubiera asegurado de que no era peligroso.

—...porque le di una buena tunda y se fue corriendo. No volveré a pegarme y nadie volverá a molestarme.
—Está bien—se calmó el rubio—. Pero si vuelve a molestarte avísame. No voy a permitir que nadie te meta miedo. Bastante tenemos con los seres sobrenaturales contra los que nos enfrentamos.

Sam firmó el parte y se lo dio a su hijo para que lo guardara en su carpeta.

—Hablando de criaturas sobrenaturales...—les dijo mientras metía la carpeta en la mochila y se la colgaba, dispuesto a irse a su habitación—. ¿Habéis averiguado algo sobre los hombres lobo?
—Nada nuevo—respondió Sam—. Estamos empezando a pensar que quizás no haya sido uno de ellos, pero es demasiado pronto para descartar nada. Seguimos investigando.
—Por el momento nos quedamos en Beacon Hills, si es eso lo que te preocupa—le dijo Dean—. Se te ve más animado desde que nos hemos instalado. Quitando todo el tema del hijo de puta que te ha pegado, claro.
—Estoy muy bien—sonrió—. De hecho voy a hablar con mis amigos a ver si quieren venirse a tomar un helado antes de la cena.
—Está bien, pero sólo uno, ¿de acuerdo?—le dijo Sam—. Hoy no os vais a librar de comer pescado y quiero que tanto Dean como tú os acabéis todo lo que os ponga en los platos.

El rubio y el chico se miraron, poniendo la misma cara de fastidio.

—En fin. Habrá que hacerle caso—Dean se encogió de hombros, rindiéndose.

Stiles subió a su habitación y cogió su teléfono móvil. Tenía que contarles a sus amigos lo que había pasado con Derek a la salida del instituto.

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EL LOBO Y EL CAZADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora