José.

774 25 1
                                    


Mi segunda conquista, en mi juego de lujuria, fue alguien familiar, y no me quiero referir a familiar de sangre, no de momento, son otras historias, si no que ya lo conocía de antes. Era el empleado de Fran, si aquel frutero que me presento. Su trabajo quedaba cerca de mi casa y aunque su jefe fuera mi enemigo número 1, sus productos eran buenos, y él muy amable.

Se llamaba José, era un chico alto, pelo negro, de ojos color miel, y muy musculoso. Pero era de entender, tenía que ver cómo cogía esas cajas repletas de cosas.

Llevaba varias semanas llegando, y él se había mostrado muy amable conmigo, obviamente que después de una aclaración sobre mi relación con su jefe. Pero después de que le contara que con Fran sólo teníamos un relación de amigos lejanos, su actitud hacia mí cambió para mejor. Y a mi no me importaba que intentara ligar conmigo, me halagaba.

Y después que comenzara con mi juego, tuve claro que ese hombre tenía que estar en mi cama o yo en la suya, eso no importaba. Así que después de haber pasado un par de días de mi primera conquista, Aaron, le fui a comprar. Pero con intención de llevarme lo a él como compra.

Me puse un pantalón vaquero simple y un camiseta corta que llegaba a mi ombligo. Y cuando dieron las 8:30 me puse mis zapatos, no muy altos, cogí las llaves de mi casa y salí en busca de mi conquista lujuriosa.

No está lejos de casa, así que tarde menos de 10 minutos de llegar. Espere que saliera una de sus últimas clientas, porque a las nueve menos cuarto comenzaba a cerrar, como siempre. Entre como si estuviera pasando de casualidad. Pero ambos sabíamos que no era así.

-Hombre Helena! Que tal? - me saludó enérgicamente. Mientras se acercaba a mi para darme dos besos. Eso me gustaba de él, porque era muy abierto y cariñoso.

-Hola José! Pues bien pasaba de casualidad y dije voy a saludar. - le mentí - Y tú qué? ¿Algo que hacer hoy? Es viernes!

-Pues realmente no tenía planes, pero quizás alguien me quiere sorprender. - dijo con una pícara sonrisa. Ahí supe que era mi oportunidad.

- Hombre yo quiero divertirme. Yo sugiero disfrutar de la noche..

- De ti, de mi, de nuestros cuerpos..- continuó él diciendo como si leyera mi mente.

-Tal cual. - admití. Mientras sonreía.

-mmmm tengo una idea. Pero tiene que darme unos minutos para recoger esto.- yo asentí. Y me senté en una de las sillas que había en la frutería. Verlo como cargaba y descargaba me estaba excitando y mucho. Pero me aguantaba como podía, mientras mordía mi labio inferior.

No tardó más de 15 minutos en guardarlo todo.

-¿Y dónde vamos? - pregunté yo intrigada.

-¿Ir?¿ Quién ha dicho que nos vamos? - respondió mi pregunta con otra pregunta, la cual me dejó aún más intrigada. Después salió y cerró una de las puertas de la frutería con llave. Luego volvió a entrar y con fuerza cerró la persiana de la puerta principal quedando nosotros dentro. - aquí tenemos de todo. Y me señaló el congelador. ¿Qué te apetece tomar? - me pregunto

- Un cocacola. - respondí, la cerveza nunca me gustó, y no tenía ganas de emborracharme esa noche.

Pasamos un buen rato charlando de nosotros, conociéndonos un poco más. Había muchas cosas que no sabía de él, como que era latino, no lo parecía, quizás su Moreno caribeño podría darme una idea pero no había caído en la cuenta. Recordé algo que me dijo una vez Roxana (los latinos tienen sexo más pasional) según ella, el único hombre que la dejó choqueada fue un latino.

Entre lata y lata nos fuimos acercando, comenzamos delicadamente con un pequeño beso, a los que se le unieron varios más. Ambos sabíamos lo que queríamos hacer. Disfrutar de él, de mí, de nuestros cuerpos. Así fue que comencé a tocarlo superficialmente por encima de su ropa, al igual que él a mí, mientras nuestros pequeños besos, se convertían en apasionados y sexuales a la vez. Sus labios eran carnosos y sabía genial. Eran perfectos para morder. No aguante mas y me senté encima de él, sentía su duro pene bajo mi pantalón. Sentía que iba a estallar. Era obvio que a ambos nos gustaba este momento. Mientras mis labios bajaban por su moreno cuello él aprovechaba para quitarme la camiseta, a la vez que yo desabrochaba su abultado pantalón. José tomó mis pechos, una vez quito el sujetador y se acercó una de mis pezones a su boca, lo lamia, lo chupaba, jugueteaba con él, esto hacía que mi calor interior aumentará aún más. Ya no solo sentía mojada mis bragas si no mi pantalón también. Mientras el jugaba con mis pezones, yo me contoneaba encima de su miembro. No aguante más, me levanté y me deshice  de mi pantalón y mi ropa interior. Quedando desnuda, él aprovechó e hizo lo mismo. Yo saqué un condón de mi pantalón y se lo puse, no quería más preliminares. Quería que me hiciera suya, él se volvió a sentar en la silla y yo encima. Cabalgué durante un rato, haciendo que los dos gemieramos de placer, pero no era suficiente. José me alzó en brazos y me puso contra el congelador, él me embistió con fuerza tanta que este se movió entero, pero no importaba, estábamos demasiado excitados para prestarle atención a esas cosas. Su miembro era grande y profundizada mucho en mi y hacia que me gustara y quisiera más. Comencé a temblar, sabía que venía, tenía esa oleada de placer, ese momento donde siento todo y a la vez no siento nada, se siente tan extremadamente rico que no puedo expresarlo en palabras, voy a gemir de placer, más bien a gritar, pero José pone su mano en mi boca, haciendo que mi grito sea silencioso. Y me sonríe, me vuelve a coger en brazos y me lleva al mostrador. Y me dice: siempre quise hacerlo aquí. Yo solo sonrió, lo beso y me enganchó mejor a él para que puede penetrar me mejor. Me empotra una y otra vez contra el mostrador, me besa, y me tira levemente del pelo y me excita mucho más. No tardó en volver a sentir esa sensación de placer, ese calor vuelve a recorrer mi cuerpo y por segunda vez llegó a un orgasmo silencioso, pero muy bueno. Él aún no se había venido pero lo tenía cerca, noto que le excita saber que he vuelto a tener un orgasmo. Y le propongo una posición. Me giro apoyándome en el mostrador, y dejo que me penetre haciendo que mi culo choque con él y eso lo vuelve loco, vuelve a tirar de mi pelo y eso hace que de un pequeño grito de placer, su intensidad aumenta, y a los segundos acaba.

Tremendo momento habíamos tenido! Una de mis mejores experiencias. Y si es cierto los latinos tienen más pasión en el sexo. - pienso mientras me visto.

-Estuvo bien, me alegraste el viernes, Helema!- me dijo José, mientras recogía todo lo que habíamos desarmado.

-Si, me has sorprendido José!- le confieso, a lo que él me hace una mirada de intriga. - para bien quiero decir. - acabó la frase, él solo sonríe y me da una botella de agua.

Ya vestidos, y algo más tranquilos, decidimos salir. Eran como la 1 y algo de la mañana , no había  nadie o casi nadie por allí. Pero por si acaso, abrió la persiana con mucho cuidado intentando no hacer ruido, y igual al cerrarla de nuevo. Nos disponíamos a caminar cuando alguien se interpuso en nuestro camino.

-Me explicas que es todo esto José!- escucho una voz con tono de enfado

-Fran! - lo nombró sorprendida

-Yo te puedo explicar!-  Se apresura José a decir. - No es lo que parece.

- ¿Helena? ¿Qué haces aquí? - dijo directamente dirigiéndose a mi. -  ¿a no? ¿Y que parece entonces? - reclama nuevamente Fran.

Crónicas De Una Amante.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora