Capítulo 9.

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¿QUÉ LES PARECE? HOY SUBIRÉ DOS CAPÍTULOS ;D

Nova.

Ese campesino no tiene ningún derecho a llamarme salvaje, él es un simple peón... nadie importante. No necesito amigos, solo a mi armadura para vivir. Si no me abro a los demás, mi dolor irá desapareciendo con el tiempo y todo quedará en el olvido.

Mentira. Sucia mentirosa. Estúpida Nova.

Jamás podré olvidar a Lilith, sería un pecado capital.

Siempre he sido hosca, pero últimamente no hago más que denigrar a la gente. Sé que no gano nada con eso, pero de una forma u otra mi coraje se va por unos momentos. Mi odio permanece ahí, intranquilo y la violencia llega en cualquier instante.

Me odio. Seguramente Lilith me detesta, no pude hacer nada para evitar aquella tragedia, sólo llorar como una cobarde.

― ¿Puedo pasar, señorita Nova?― la voz de aquél idiota me salva del tormento de mis pecados.

Me ha llamado señorita, seguramente está que se muere del coraje por mis malos tratos. Veremos que tanto soportas, jornalero. Abro la puerta y le dejo pasar.

―Puedes dejar tus cosas junto a la ventana.

Me obedece sin replicar nada, yo lo contemplo. Nunca fui muy cercana a los chicos de mi edad, la mayoría me tiraba de alien o xmen y hasta cierto punto es entendible. Observo a mi nuevo ayudante asalariado por mi padre, luce bastante simple.

Aún porta el uniforme.

― ¿No piensas cambiarte? Ensuciarás tu desgastado uniforme.

Oh, incluso soné educada.

―Hay un baño a la izquierda, puedes pasar― no lo tuve que repetir, el campesino me obedeció de inmediato.

Encendí las bocinas y Green day empezó a escucharse... "Boulevard of broken dreams", una canción digna para suicidarse. Sin embargo, no puedo evitar adorarla, me trae tantos recuerdos.

El muchacho sale del baño con cierta velocidad, pero lo hace con la intención de apreciar la música.

―Green day, el boulevard de los sueños rotos.

Le mire por unos segundos y puedo apostar que una sonrisa se formo en mis labios, aunque sólo fuese una ilusión de mis sueños rotos.

― ¿Los conoces? En este pueblo no hay nada de ellos, ni siquiera internet.

―Por supuesto, en varías ocasiones he gastado mi dinero en su música.

―Interesante.

―No quites la canción, es mi favorita.

Su canción preferida, admito que la adoro, pero nunca será como twenty one guns... esa canción me parte el alma.

―No pensaba hacerlo.

―Deberíamos hacer la tarea.

Ni si quiera recordaba los deberes o pensándolo bien, no iba a hacerlos. Todo el alboroto del día de hoy... ha sido un asco, empezando con el animal de mi cuarto y pensar que debo soportarlo.

Huele a vaca podrida y tiene facciones de homosexual.

―Hazla tú, para eso te pagan...―comento con burla.

No puede negarse, de lo contrario puedo acusarlo y mandarlo al demonio.

―Podríamos intentarlo, si no comprendes algo yo te explico― responde con una amabilidad de lo más falsa.

¿Acaso piensa que soy un idiota? Sólo eso faltaba, un jornalero de coeficiente intelectual superior al mío. ¿Quién se cree? ¿El líder del proletariado? No es más que un inútil con suerte, necesita el trabajo y por eso se ve en la necesidad de soportarme.

Me convertiré en su infierno, deseará no haber nacido el muy desdichado.

―No soy tan idiota, dudo que sepas sumar o restar. No sé para qué estudias, terminarás siendo un campesino más de la región. Te casarás con una lavandera que probablemente te engañará y serás abandonado, después te deprimirás, pero no tendrás el valor de quitarte la vida. Por tanto tu vida será miserable, al igual que la de las personas que te rodean. Realmente te compadezco, me das lástima, sin embargo, eres intolerablemente simple. Sólo un organismo pluricelular más de la creación.

Aníbal permanece serio por un par de minutos, creo que le han afectado mis palabras tan sinceras. Sé que no es educado burlarme de su miserable vida, pero es divertido y con algo me tengo que entretener en este pueblo tan apartado de la sociedad.

―Nadie te querrá con ese carácter, no eres una Princesa ni señorita educada, sólo una malcriada que se la pasa insultando a sus semejantes. Ni siquiera puedes tener amigos, tienen que comprártelos.

Tiene razón. No tengo amigos, pero este corriente no tiene ningún derecho a recordármelo. Ojalá se muera de hambre, si desea hacerse el digno... no tengo ningún problema con ello. Visualizo su mochila y la tomo con rapidez, para después arrojársela en el rostro. Aprovechando su distracción, llamo a mi perro.

Al pequeño Goliat.

Oh, pobre desgraciado.

Grita al sentir los dientes de mi perro en su brazo izquierdo y estallo en risa. Es tan divertido, inclusive está llorando.

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