-5-

26 5 2
                                    

Era la primera vez en todo el año en que Mai no llegaba tarde a una clase de Geografía. Apenas llegó, tomó asiento y no se levantó ni cuando el delegado de la clase D acudió a ella para organizar el nuevo menú de la cafetería.
No voy a levantar mi trasero de esta silla hasta que esa se cambie de lugar –pensó, con la mirada clavada en Ayato y Dafnée, que se encontraban sentados unos asientos más adelantes que ella. Parecían estar hablando–. He intentado hablar con él incontables veces, pero siempre terminaba yéndose. ¡¿Por qué no la trata igual a esa… esa…?!
El lápiz que apretaba entre sus manos se partió en dos, volviéndola a la realidad. Avergonzada, lo escondió en su cartuchera y fingió que prestaba atención a la clase, aunque no era así. Cada tanto echaba miradas rápidas a cierto pelirrojo y rubia. Nunca había sentido tantas ganas de… golpear a una persona, ni siquiera a Laito o Yuma, que eran quienes menos le agradaban del salón y solían darle el doble de trabajo. Eran celos, definitivamente. No perdería tiempo en dudas, eso no era algo que le agradara. Le molestaba ver a Ayato hablando con otra chica. Y no porque no quisiera que tenga amigas, sino que Dafnée en especial parecía llamar su atención.
–En estos momentos es cuando una necesita el consejo de su madre… aunque yo tengo algo mejor que eso.
Finalizada la clase, Mai guardó sus cosas despacio. Mientras sus manos se encontraban metiendo las carpetas en su bolso, fulminando con sus ojos celestes a la chica rubia delante de ella. Había escuchado que, comúnmente, en las películas solían poner a las rubias como las típicas “putas” y eso era algo con lo que ella no estuvo de acuerdo… al menos hasta ese mismo momento.
Decidió finalmente salir del salón y evitar que más insultos y pensamientos malos cruzaran por su mente. Su destino era la biblioteca, donde definitivamente encontraría la ayuda necesaria. Antes de salir había oído que Laito la llamaba, pero como seguramente era para molestar, decidió ignorarlo y continuar su camino.
Abrió la puerta de la biblioteca. Enseguida el frío del aire acondicionado chocó contra su piel, haciendo que está se erizara y que un escalofrío recorriera su espalda. Recorrió con la mirada todo el lugar: habían altas estanterías llenas de libros y varias mesas. Era uno de los lugares más grandes de toda la escuela.
¿Dónde se habrá metido ahora? –pensó, dando vueltas y buscando entre las estanterías, buscando.
La persona a quién buscaba era Ruki Mukami, un buen amigo suyo desde que llegó a la preparatoria. Ruki iba a tercer año, pero casi siempre faltaba a clases y se queda en la biblioteca leyendo. Era el hermano mayor de tres compañeros de clase: Azusa, Kou y, cómo no, Yuma. A pesar de ser hermano de un chico tan desobediente como Yuma, Ruki era bastante tranquilo y muy buen consejero. No por nada acudía a él cada vez que necesitaba ayuda, como en ese mismo momento.
Lo encontró oculto en la denominada “sección de novelas policiales”, con su rostro oculto detrás de un libro. Su cabello negro alborotado era lo único que se veía. Mai carraspeo un poco y los ojos celestes de Ruki se asomaron por encima. Él le sonrió, marcó la página y cerró el libro.
–Hola, pequeña delegada –saludó, besando su mejilla–. ¿Pasa algo? Es raro verte a esta hora. Pensé que estarías organizando papeleo en la sala de delegados, como siempre.
–Necesito un consejo –Mai comenzó a juguetear con sus dedos–. Es que…
Ruki hizo una seña para que callara y continuaran su charla en una de las mesas. Tras sentarse, indicó a Mai que podía continuar.
–Es que llegó una chica nueva al curso y… como que Ayato se ve algo interesado en ella.
–Ese Sakamaki –Ruki hizo un gesto de desagrado–. Sé que no soy nadie para decirte quién debe gustarte y quien no, pero ese chico no es buena persona. Ni él, ni sus otros dos hermanos.
–Quizás Laito sí –dijo Mai–, pero de Kanato jamás he oído la más mínima queja. Que sean trillisos no significa que sean todos iguales. Kanato es extremadamente callado, no participa en clase y…
–Déjame adivinar –volvió a interrumpirla–, ¿se la pasa con un oso de peluche? –Mai asintió–. Presiento que algo tiene ese muchacho. No lo sé, pero para alguien de su edad no es normal hablar con un peluche.
–Te recuerdo que tu hermano habla con “Justin”, la cicatriz de su muñeca –respondió Mai y Ruki rió levemente–. No, no te rías, Ruki… Ahora, volviendo a lo de Ayato. ¿Qué crees que deba hacer? Es que apenas llegó hoy y ya parece que se conocieran toda la vida.
–Tal vez es buena socializando y Ayato se cansó de tratar mal a la gente.
–Claro, y Laito dejará de ser un pervertido, y Yuma se convertirá en el favorito del maestro. –ironizó Mai.
***
Mai había regresado a casa a cuando el sol comenzaba a ocultarse. Terminadas las clases, fue con Ruki a tomar un café cerca de la escuela y charlar un rato. A pesar de haberle dado permiso, a su madre no le agradaba ese chico desde que Mai le contó que se habían hecho amigos. Ren, en cambio, lo quería tanto como si fuera un hermano mayor.
Cuando ingresó al departamento encontró a Ren acostado en el sofá, miraba una película. Como no la luz de su estudio estaba apagada y no resonaban las canciones de Dread Mar-I, se dio cuenta enseguida que su madre no había regresado o ya se había ido a su turno por la noche en la oficina.
–¿Quieres comer algo? –le preguntó Ren.
–No, gracias –Mai bufó–. Me quedé comiendo algo en la cafetería sola, después de que Yuma se llevara a Ruki a casa. Realmente no soporto a ese tipo…
Fueron hasta la mesa de la cocina y tomaron asiento. Ignorando las quejas sobre Yuma de su hermana, Ren encendió la cafetera y se sentó frente a su hermana. Mai continuaba hablando y hablando.
–¿Y cómo empezó esa “rivalidad” tuya con… Yuma? –Ren se veía nervioso al hablar.
–Pues… creo que fue el año pasado. Ya sabes, en primero –su hermana hacía un esfuerzo por recordar–. Supongo que cuando comencé a hablar con Ruki. Ellos son algo celosos con respecto a su hermano.
Ren asintió. –Ya veo…
Mai se lo quedó mirando un buen rato. Ren estaba comportándose extraño, como si quisiera decir o hacer algo pero no se animaba. Conocía perfectamente su hermano.
–¿Hay algo que quieras decir, Ren? –preguntó cuándo a él se levantó para preparar el café.
Él apoyó la taza en la mesa y tomó asiento. Pasó una mano por su cabello castaño claro. Parecía indeciso.
–Es s-sobre Yuma –oh no, comenzaba a tartamudear.
–¿Qué hizo ahora? –Mai sonó enfadada–. ¿Es que acaso él te ha hecho algo?
–No… –Ren pasó saliva– A mí… A mí me gusta Yuma Mukami.









Nota de Autora: capítulo hecho por SofiChan022, si les gusta su manera de escribir, no duden en pasarse por su perfil a leer sus lindas historias.

"CROMULENT" ||Diabolik Lovers|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora