Era la primera vez que Mai llegaba tan temprano a la escuela. Cuando ella y su hermano entraron, los porteros apenas empezaban a encender las luces en los salones. Los pasillos estaban vacíos, el cual habitualmente se llenaban de alumnos. Ren avisó que iría hacia el aula de arte para buscar sus carpetas que había olvidado el día anterior. Mai aprovechó para ir al baño.
Cuando salió del cubículo y cerró la puerta sintió la sensación de que no estaba sola. Miró en todas las direcciones posibles a su alrededor. Si bien no le tenía miedo a las leyendas que se contaban en la escuela sobre jóvenes que se suicidaron en los baños y sus espíritus rondaban cuando todo el establecimiento se encontraba vacío, tenía la sospecha de que debía tratarse de una persona común y corriente.
–Debe ser mi imaginación. Esas cosos no exist… ¡Ay!
Mai soltó un grito cuando alzó la cabeza hacia el espejo, tras lavarse las manos, y se encontró con una silueta apoyada junto a la puerta, detrás suyo. No necesitó ni siquiera voltearse: a través del reflejo y gracias a la débil luz del baño de mujeres pudo distinguir de quién se trataba. Aunque hubiera preferido nunca haber notado su presencia.–¿Qué haces aquí? Este es el baño de mujeres. –dijo Mai, intentando sonar firme. Pero no pareció servir de nada, pues él simplemente se dedicó a reír.
–Me gusta pasear por los baños de mujeres antes de que llegue gente a la escuela –nunca comprendería cómo Laito podía lograr que cada una de sus palabras tuviera ese tono tan… perverso–. Hasta me atrevo a decir que resulta excitante.
Ahora mismo comprendía la razón por la que Ayato solía llamarlo “enfermo” muy frecuentemente…
Trató de ignorarlo y salir, pero Laito no parecía tener intenciones de dejarla de molestar. Si bien no intentaría hacer alguna cosa extraña como cuando fue a su casa, no dejaría pasar la oportunidad de fastidiar a la delegada. Salieron al pasillo.
–Ahora que te veo de espaldas… como que estas un poco rellenita, perrita. –dijo Laito con algo de burla, luego le picó la barriga a Mai.
–¡No me toques! –dio un golpe a la mano de Laito y luego continuó caminando.
Laito no se daría por vencido. Ya había ido hasta allí y no se iría hasta ver a Mai explotar de ira.
–¿No estás un poco grandecita como para usar ese tipo de ropa? –volvió a hablar Laito.
Cruzaron por un pasillo con ventanas y Mai aprovechó para dirigir una cautelosa mirada a su reflejo. ¿Qué tenía de malo? Simplemente estaba usando un suéter rosa con cuadros azules, debajo una camisa blanca y una falda gris. Decidió no decir nada y continuar ignorándolo. Seguramente se iría después de un rato. De no ser así, no se haría cargo de lo que le llegara a pasar a Laito…
Laito la siguió durante por lo menos una hora. Comenzando por su caminata diaria por los pasillos en busca de la portera con las llaves de la sala de delegados; luego la observó muy fijamente mientras ella tomaba un café en la cafetería; retirando los formularios de la dirección; mientras dejaba los registros en el curso. Mai soportó todos y cada uno de los comentarios desagradables que Laito soltaba de vez en cuando, hasta que finalmente se cansó:
–¡Ten cuidado por donde caminas aborto fallido de homúnculo! –gritó Laito, cuando Mai accidentalmente le pisó el pie.
“Aborto, aborto, aborto…” Esa palabra resonó en la mente de Mai, haciendo eco. De repente la chica cayó de rodillas al suelo y gritó, mientras cubría sus oídos. Laito se asustó. Cuando intentó ayudarla a levantarse, Mai le dio un empujón y lo tiró al suelo. Para sorpresa del castaño, Mai no salió corriendo ni se quedó en el suelo llorando, sino todo lo contrario: se arrojó sobre él y comenzó a golpearlo tan fuerte como pudo.
–¡Deja de llamarme así, no vuelvas a pronunciar esa palabra! –gritaba Mai repetidas veces, golpeando y golpeando al chico.
Laito intentaba soltarse, pero parecía casi imposible. Al parecer Mai no era tan débil como él creía. Ahora parecía estar descargando todo su odio contra él. Si no se libraba pronto, acabaría igual que Mai el día de la pelea con Dafnée.
–Su… suéltame, loca. –decía entre forcejeos.
Para entonces, los pasillos habían comenzado a llenarse poco a poco de gente y un par de estudiantes curiosos se quedaron a ver qué sucedía. Entre ellos estaba aquel muchacho que separó a Dafnée de Mai el día en que pelearon, Subaru. Esta vez no iba acompañado por Yui. Pareció molestarle hallar a Mai de nuevo en una situación similar, pero esta vez siendo ella quien iba ganando. Se fue y volvió a los segundos, acompañado por un profesor.
–¡Ya suelte a su compañero, señorita Kaori! –Dijo el profesor con firmeza, pero ella simplemente lo ignoró y continuó jalando el cabello de Laito–. Ah… Joven Subaru, por favor ayúdeme con esto.***
Mai salió de la oficina de la directora con una enorme sonrisa grabada en su rostro, parecía ser el día más feliz de toda su vida. La razón era simple: los directivos habían descubierto el vídeo que Laito puso en internet y decidieron quitarla de su cargo como delegada. Ahora pueden sumarle que la hayan encontrado peleando nuevamente y esta vez con Laito. Le habían quitado un gran peso de encima. A partir de ahora tendría más tiempo libre, ya no tendría que quedarse horas extra para hacer papeleo inútil o seguir rellenando formularios de Yuma y Laito. ¡Era libre por fin!
Entró al salón y esa felicidad pareció irse directo a la mierda cuando se encontró con Ayato y Kanato, quienes la observaban con molestia desde sus asientos. Laito seguramente estaría en la enfermería y ellos se habían enterado de lo sucedido. Por un lado se sintió una idiota por haber hecho eso de manera inconsciente, por el otro sintió mucho miedo. ¿Quién podía saber de qué eran capaces los trillizos? Uno era un chico con problemas psicológicos (Kanato), otro un pervertido sin remedio (Laito) y el último era un sádico con extraños gustos (Ayato).
Recordó el día en que fue a casa de Ayato y el momento en que ingresó a su cuarto. Todo normal hasta que se encontró con algunos “objetos extraños” esparcidos por la habitación, a la vista de cualquiera. A Ayato no pareció importarle. Podría haber apostado que era cosa de todos los días para él. Por ejemplo, algunos de esos objetos eran cadenas, sogas y hasta un par de esposas. Debía tener cierto “fanatismo” por esa clase cosas.
–Señorita Kaori –la llamó la profesora de Física cuando ella iba hacia su asiento, Mai se volteó– la directora quiere que vayas a su oficina después del recreo.
Dafnée, que hasta ese momento había estado teniendo una pelea de miradas con Kanato, giró hacia Mai y soltó una risa. Se había enterado de la pelea que tuvo con Laito y estaba de acuerdo con que Mai merecía un buen castigo después de haber hecho eso.
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"CROMULENT" ||Diabolik Lovers||
FanfictionEsta historia fue echa por mi y SofiChan022. Ella hizo la portada del libro, escribió, como ya dije, capítulos de la historia y me ayudo a corregir mis errores de ortografía. Es una historia que contiene drama, romance y amistad. Es una historia...