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Mai iba dando vueltas por los pasillos del edificio de clubes, en busca de algún lugar divertido donde poder quedarse a realizar actividades finalizadas las clases. Ya había visitado alrededor de cinco y todos estaban llenos o eran demasiado aburridos para ella. Borró de su cerebro cualquier idea de unirse al de lectura o manualidades, quería probar algo más divertido. Finalmente era libre de su cargo como delegada y tenía todo el tiempo libre que quisiera.
Llegó al final del pasillo del primer piso y seguía sin encontrar nada. La mayoría de los clubes allí eran de deportes, pero no quería tener nada que ver con ellos después de su intento por unirse al club de boxeo donde estaba Ayato. Dafnée también se había unido y el entrenador la había hecho pelear contra ella. Terminó derribada en el suelo antes de que se cumplieran los treinta segundos desde que la pelea comenzó.
–No nací para los deportes… –pensó con algo de tristeza.
Debía repasar las opciones que tenía e ir descartando una por una: el club de manualidades al que asistía Ren tenía vacantes pero era demasiado aburrido; la liga de baseball buscaba nuevos miembros pero tenía piernas demasiado débiles como para correr; también tenía la posibilidad de unirse a algún club con fines artísticos.
–¡Sí, eso es perfecto! –dijo en voz alta y un par de estudiantes que iban al club de literatura la miraron extrañados–. ¡¿Qué me ven?!
Buscó en la lista que había impreso ese día el salón donde se realizaban las actividades del club de música y teatro. Había oído en algún lado que la escuela tuvo un programa en el cual también incluía un coro, pero no tenía la menor idea de dónde podía encontrarse. En la lista figuraba que el salón de música y teatro estaba en el aula 498 del segundo piso.
El segundo piso del edificio de clubes era un lugar alto tenebroso. La mayoría de los salones estaban abandonados y descuidados. No era muy utilizado ya que la mayoría de clubes (como de arte o baile) habían sido cerrados. En una de las primeras puertas había un pequeño cartel donde decía “La música es vida” y el dibujo de una guitarra. Sonriente, Mai abrió la puerta. Comenzó a toser cuando un montón de polvo entró en su nariz. El salón estaba tan descuidado como todos los otros.
Echó una mirada rápida entre los cientos de instrumentos viejos y sucios. Dio un salto y casi grita cuando vio una silueta sentada en el piso, al fondo del salón. Enseguida recordó las leyendas urbanas sobre el segundo piso del edificio de clubes y un escalofrío recorrió su espalda.
–¿Quieres hacer un poco menos de ruido? –dijeron y la luz se encendió.
Fue entonces cuando Mai pudo ver al muchacho con mejor claridad: era alto, de cabello negro y usaba gafas. A diferencia de la mayoría de los alumnos que asistían a su preparatoria, él estaba vestido de manera extremadamente formal. Se encontraba arrodillado frente a una pequeña mesa de té (de esas tradicionales en Japón) y sostenía una taza entre sus manos.
–E-estaba buscando el club… –Mai fue interrumpida.
–¿El de música? Lamento decirte que lo cerraron hace cinco años –dijo el chico y dio un sorbo a su taza–. Este salón es utilizado por los miembros del club de té. Lamento decirte que está lleno y no puedes entrar.
Mai miró por toda la habitación. Las únicas personas allí eran ella y ese extraño chico.
–Pero si no hay nadie más.
–Pues… pues… –el chico sonaba avergonzado– Si quieres unirte, primero deberás pedir un permiso. Y, además, tendrás que lavarte las manos. No dejaré que toques a María.
–¿María? –preguntó Mai, cada vez más asustada por el comportamiento del chico.
Él acomodó sus gafas y sonrió. Enseguida señaló hacia una de las tazas que tenía dibujadas hermosas flores de color rosa.
–Ella es María. Después también hay otras, como Susan, Genevive, Amelia…
–Disculpa… –dijo Mai, interrumpiendo la presentación que el chico hacía de sus tazas– ¿Cómo es tu nombre?
–Mi nombre es Reiji, muchacha maleducada y burda. –se presentó con algo de enojo.
***
Mai entró a la casa, intentando cerrar la puerta con el menor ruido posible. Tenía pensado cortar camino por la cocina y así poder subir hasta su habitación sin que nadie notara su presencia. Apenas asomó su cabeza para comprobar que nadie estuviera allí, chocó contra un cuerpo un poco más alto que ella.
–¿Por qué llegas tan tarde? –preguntó un hombre de ojos celestes, despeinado y con barba de al menos 3 días. Se veía enfadado–. Ren volvió de la escuela hace media hora, ¿por qué no estabas con él?
–Clubes –dijo Mai no muy feliz de encontrarse en casa de su padre–. Tenía reunión con mi club
–¿Ah, sí? –Su padre no pareció creer ni una de sus palabras–. ¿Se puede saber a qué club te has unido ahora que te echaron?
Enseguida una pequeña luz iluminó el cerebro de Mai y una sonrisa se formó en su rostro. Ya sabía con qué contraatacaría a las preguntas y comentarios de su padre.
–En primer lugar, no me “echaron”; en segundo… me uní al club de fútbol femenino.
El rostro de su padre enrojeció, no sabía si era por enojo o vergüenza.
–¿Dices que… en tu escuela hay fútbol para…? ¡Imposible, el fútbol es solo para los hombres y cualquiera al que no le guste es un completo marica!
–A Ren no le gusta –Mai trató de aguantar la risa por la expresión en el rostro de su padre– y no es ningún marica. Mi hermano es tan hombre como lo eres tú y el resto. Si te molesta que seamos así, problema tuyo. No vamos a cambiar por el simple hecho de que a nuestro machista padre le molesta…
El estruendo que hubo en la cocina hizo que Ren bajara las escaleras lo más rápido que pudo. Sintió su sangre arder de enojo al encontrar a su hermana de rodillas en el piso, cubriendo con ambas manos su mejilla.
–¿Qué pasó? –Preguntó Ren, haciendo a un lado a su padre de la puerta.
–Tu hermana, eso es lo que pasa –el hombre señaló a su hija–. Se cree que en esta casa podrá hacer lo mismo. Entiende, Mai, que yo no soy tu madre y no voy a darte la libertad que ella te da porque no lo mereces. Primero llegas a estas horas y ahora me respondes. ¿Quién te crees que eres?
–Bueno, ya –Ren extendió una mano hacia Mai y la ayudó a levantarse–. Está bien que Mai a veces puede salirse de sus casillas al momento de hablar, pero no era necesario que… la golpearas de esa forma.

"CROMULENT" ||Diabolik Lovers|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora