Caminamos hasta el fondo de este enorme pedazo de tierra en el que nos han encerrado, mis ojos miran hacia todos lados al ver más cabañas, lo único diferente es que esas se ven mejor construidas, como si fueran especiales.
− ¡Edward! –un soldado que está en las afueras de la primera cabaña lo saluda.
−Metete en esa que esta atrás –susurra mientras seguimos caminando y despacio suelta mi mano.
Cuando salgo de atrás el soldado clava su mirada en mí, de reojo veo como tuerce sus labios y su expresión de asco al notar mi presencia cerca de él.
Paso tan rápido como puedo pero sin aparentar que estoy huyendo o escondiéndome.
− ¿Qué hace ella aquí?... –lo escucho preguntar cuando estoy a punto de abrir la puerta de la cabaña.
Cuando entro hay una gran alfombra de peluche en medio de una sala color café, enfrente una chimenea encendida y una mesa de centro con un cenicero en medio y un puro sin acabar. Tiene piso de madera oscura y las paredes son de tronco barnizado, el olor a café recién hecho me eriza la piel.
Todo es tan reluciente y costoso.
–No todo es como luce –lo escucho hablar detrás de mí, pero no me asusto, giro lentamente y él está parado justo en la entrada, me está mirando.
– ¿Hermoso y costoso? –susurro.
–Calmado y ordenado –apenas se mueven sus labios, un golpe de calor me recorre el cuerpo y me siento en paz, como si estuviera en el sitio más seguro de todo el mundo, pero solo es su cabaña.
–Entonces, ¿cómo es? –mis manos se relajan.
–Triste, sangriento, solitario –comienza a caminar hacia mí, el rostro lo hecho atrás para no perderle la mirada.
–Eso... suena... como... una guerra –los labios me tiemblan, los de él se aprietan y su mirada brilla.
Solo los tontos se enamorarían de él, de su apariencia fría, de su tono autoritario, de su altura aterradora, de su cabello tan peinado como las telas finas, de su uniforme impecable. Solo los tontos lo harían, supongo que yo soy uno de ellos.
–Estamos en medio de una –su tono de voz es triste y sus expresiones faciales muestran temor, por primera vez.
– ¿Tienes miedo? –pregunto suavemente, lo veo apretar el mentón y tarda más de dos segundos en contestar.
–Estoy aterrado –sin lágrimas en sus mejillas los ojos se le ven tristes y cristalinos, se le nota vulnerable, como un chico de dieciocho años.
–Tu eres muy fuerte –mi mano tiembla al elevarse, me encuentro con las puntas de sus dedos helados y poco a poco les doy calor –Puedes sacar a toda esta gente de aquí y... –me interrumpe al mismo tiempo que aprieta mi mano.
–No puedo hacer eso, Olivia.
–Ni siquiera lo has intentado –niego con la cabeza y trato de zafar mi mano de la suya pero él lo impide.
–Si lo hiciera te pondría en riesgo a ti y a tu madre, las matarían antes de que el sol del siguiente día saliera.
– ¿Por qué si no eres como ellos estás aquí? –un pequeño nudo se me forma en la garganta pero no me impide hablar.
–Me han obligado a entrar –cierra sus ojos y suelta mi mano, suelta un suspiro largo.
– ¿Quiénes?
–Mis padres, Hitler, todo aquel que es alemán.
– ¡Ellos no pueden hacerte eso! –él toma asiento en uno de los sillones y se cubre el rostro con las manos.
– ¿Por qué crees que me fui?, ¿por qué crees que te abandone? –se pone de pie y habla con un tono alto, doy un paso atrás atemorizada, las venas de su cuello resaltan en su fina piel blanca – ¿Creíste que fue por buscar un lugar mejor?, ¿por qué yo no te quería? –me grita acercándose poco a poco –Olivia, mírame –hay lagrimas recorriendo sus mejillas rosadas, mi corazón late rápido –No me digas que me has olvidado porque vas a partirme el corazón.
Lo miro a los ojos rojos y él aprieta los labios, tantos recuerdos se me vienen a la mente que no los puedo distinguir o separar, no encuentro su mirada en caras viejas y en las nuevas.
Cubro mi rostro cuando el da un puñetazo a la pared justo a mi lado.
–Tantos años –él se gira y pone sus manos en la cintura, hecha la cabeza hacia atrás –Tantos puñetazos que recibí por defenderte –lo veo negar mientras descubro mi rostro.
Se limpia el rostro con coraje y me mira, camina tan aprisa a donde estoy que mis pies tiemblan y la espalda la pego a la pared asustada.
– ¿No recuerdas esta cicatriz? –apunta a su ceja y su rostro está a menos de cinco centímetros del mío –Me la hice cuando aquel niño trató de robar tus periódicos y yo te defendí, él tenía catorce y yo diez, me dio una paliza pero yo recupere tus cosas –mis labios se entre abren y las lágrimas brotan de mis ojos como rio en lluvia –Mamá me prohibió verte por una semana pero tu ibas en las noches a mi ventana solo para tocar mi herida.
Guarda silencio y me observa con calma, sus labios se aprietan entre sus dientes blancos y mi mano acaricia su mejilla izquierda, él pone su mano encima de la mía y la besa.
–Te extrañe tanto todo este tiempo que estuvimos lejos –susurra con sus labios aun cerca de la piel de mi mano.
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N/a: estuve ausente por trabajos finales, pero ya he salido de vacaciones (estoy llorando). Muchas gracias por leer y esperar tanto tiempo, espero que este capítulo les guste y sea al menos una parte de la recompensa por la tardanza. Les mando muchos besos. xox
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I live for you, Olivia ; harry.
Cerita Pendek❝Tus ojos verdes y la Guerra Mundial son lo más frío y hermoso que he visto❞ Prohibida la toma o copia de algún contenido de esta historia. Todos los derechos reservados, 2016 ©