−E-Edward –balbuceo su nombre en mis labios que palpitan.
Él se aleja de ellos y me observa, sus pupilas están dilatadas y trata de controlar su respiración antes de hablarme. Aprieta los labios para tranquilizarse y toma mis mejillas con sus dos manos.
−No me llames así –dice con la voz agitada –Siento que estas temiéndome y no quiero eso, jamás –pega su frente en la mía y cierra los ojos mientras yo observo su nariz respingada.
−Lo siento –niego con la cabeza.
−Tu no deberías disculparte por nada, yo debería decir eso –abre los ojos y encaja levemente sus dedos en la carne de mis mejillas.
Sus labios están sobre los míos nuevamente y mis manos cuelgan de su gabardina mientras sus dientes acaban con mi boca. Siento las mejillas arder por el calor que recorre mi cuerpo y ahora sus manos toman mi nuca con fuerza, pero no me lastima.
−Olivia –susurra entre besos –Le haces falta a mi vida.
Cierro mis ojos para sentir la dulce sensación de que él controle mi cuerpo y lo acomode a su antojo, no temo, no lloro. Mi espalda se desliza horizontalmente por la pared de troncos y gimo cuando algunas astillas se encajan en la delgada tela del vestido que llevo puesto.
Él deja de deslizarme y abro los ojos, no para de besar mis mejillas o mis labios y veo como su mano derecha abre una puerta con la perilla más brillante que he visto.
−Nunca había preguntado esto –traga saliva –Ni imagine que te lo diría a ti, pero –sus pupilas me llevan a otro mundo mejor, uno de paz y sin matanza, su voz estabiliza los latidos de mi corazón – ¿Quieres entrar a mi habitación? –veo como sus mejillas toman un color salmón, una risa nerviosa sale de mis labios y asiento sin pensarlo, aunque no es necesario porque confío en él.
Sus dientes se encajan en sus labios y asiente, toma mi mano derecha y entramos a su habitación, es oscuro y hay una chimenea pequeña frente a su cama, las sabanas parecen de algodón puro y las almohadas hechas con solo plumas de ganso. Como si algún rey durmiera aquí, pero es solo un alemán.
−Ponte cómoda –hace una referencia para sentarme en su cama.
Cuando lo hago mi delgado cuerpo se entierra entre su colchón y los edredones, estos son tan suaves y calientitos que mis manos aprietan las telas para sentir aún más su textura.
Él camina hacia la chimenea y veo como saca los serillos de su pantalón, prende uno y lo avienta hacia los troncos, enciende otro y también lo tira, entonces puedo ver los primeros inicios del fuego. Después se quita la gabardina y la pone en el pequeño sillón que esta frente a la cama, luego se desabotona el saco y también lo pone ahí, estira su corbata y la saca de su cuello para aventarla sin cuidado al suelo. Mueve sus hombros en círculos y saca un puro de los bolsillos de su camisa, lo enciende y veo el humo desaparecerse en el aire. Gira y me mira con el puro entre sus labios.
−Te vez hermosa con la luz del fuego –sonríe y muerdo mis mejillas por dentro para bajar la mirada.
Lo escucho caminar hacia mí y con su mano izquierda levanta mi rostro, esta de cuclillas y lo veo mucho mejor. Comienza a besarme lentamente, con calma y con cariño, se escucha el sonido de nuestros labios tratando de que esto no acabe.
El sonido de la madera quemándose y el olor de su puro me obligan a no pensar en otra cosa que no sea él. Deja de hacerlo y veo cómo se lleva su puro a los labios, se levanta lentamente y camina hacia la puerta para cerrarla. No hay nadie más aquí pero se siente más personal de esa manera.
Gira y pone el puro en la mesa de noche que está a un lado de la cama, se acerca a mí y solo somos nosotros, como cuando huíamos por las madrugadas para aventar piedras al lago.
Me recuesta en su cama y esta sobre mí, las yemas de sus dedos recorren mi piel sin prisas y mis ojos están clavados en los suyos. Acaricio su cabello y el besa mi cuello, sus labios se sienten calientes e hinchados, mis manos recorren su espalda sobre la tela de su camisa de vestir.
−Es mi primera vez –susurra cuando eleva su rostro y lo pone frente al mío.
−Eso es mentira –rio bajamente.
−Con la persona que más amo en este mundo, lo es, y para mí eso cuenta como mi primera vez –su codo derecho se apoya en el colchón –Y es la única que me importa.
Lo tomo de las mejillas y lo beso, ya no lento sino con desesperación, lo necesito a él tanto, de la forma más pura que él pueda ofrecerme.
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N/a: muchas gracias por leer y votar, les mando muchos abrazos, espero que tengan un lindo día lleno de mucho éxito. xox
Posdata: omití escribir la escena para adultos porque no sé que niñas me lean, si son aptas o no para leer ese contenido y todo eso, pero eso no importa porque no afecta en nadita la historia. :)
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I live for you, Olivia ; harry.
Conto❝Tus ojos verdes y la Guerra Mundial son lo más frío y hermoso que he visto❞ Prohibida la toma o copia de algún contenido de esta historia. Todos los derechos reservados, 2016 ©