Fue una locura

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Todavía no puedo creer lo que pasó. Nos reunimos a charlar algo específico.

En un momento preguntaste. "Y qué esperas de mí?"

-¡La pasión mujer, esa que me dejaba loco en el pasado, la que te hacía una mujer libre, una mujer rebelde, inteligente, hermosa, seductora y auténtica!

Tu rostro se notaba sorprendido. Un instante después, luego de una mirada que duró una eternidad, te apretaba contra mi cuerpo besándote acaloradamente.

Te observé fijamente mientras mordía tu labio inferior....
-¡Vamos a un motel?!
Agarraste mi cara, me besaste con tu antigua lujuria y sonreíste como cuando estabas en el colegio, con una mezcla de ternura, inocencia y curiosidad felina.

Esa vieja sensación de hormigueo me invade, cosquillea mi entrepierna, mi estómago, mi cerebro, mientras subimos a un taxi. Camino al "kalipso"
Subimos rápidamente la escalera, aún no se ha puesto el sol y está algo vacío...

-Un pito?

No sé qué clase de conexión volvió. Pero regresamos a nuestra energía de antaño. Los dos calientes y enloquecidos.

Llené mi pipa e hice un caño, te ofrecí cualquiera de los dos, ya estabas desnuda en el jacuzzi. Fui con el fuego y la pipa. Aspiré una buena bocanada. Me acerqué a tu rostro travieso, y te pasé el humo... Aunque ya veníamos en las nubes.

Te acaricie y bese las tetas, el cuello, tocando tus caderas bajo el agua caliente.

Empecé a masturbarte mientras te besaba, ponía mi pulgar a veces en tu boca mientras yo me deleitaba en la dulzura de tus pezones.
Estuvimos jugueteando hasta que te "fuiste", descansamos un rato en el fulgor de tus jadeos. Encendí unas velas, me sequé y puse música para follar rico.

Fumé un poco más de weed, tú no te pusiste la toalla al salir, acercaste tu cuerpecito húmedo hacia mí, te envolví en mis brazos mientras tú me empezabas a tocar. Te pasé la pipa cargada mientras me producías convulsiones de placer... habías adquirido más experiencia en eso al parecer, me deleitaba imaginando que vendría a continuación... fumabas mientras seguías "pajeándome".
Ya estaba duro e hinchado el cabrón cuando nos acercamos a la cama y te pusiste en cuatro para que te diese con la intensidad de antes, gloriosa, ansiosa, febril, te penetro.

Me abro camino como en una jungla empapada de algodones igualmente mojados. Delicia, te siento apretar. Rujo, gruño, te nalgueo, te muerdo la oreja, te rasguño la espalda, enloquezco con mi danza y toco toda tu voluptuosidad. Nos veo en el espejo de la pared, del techo, somos de mármol blanco, brillamos, como dioses del sexo.

Llegamos juntos a un nuevo rincón del placer, se asoma el cansancio, nos recostamos y nos besamos largo rato. Ya sin darnos cuenta nos estamos tocando. Aún como un fierro mi nabo erguido se encuentra, cálido y palpitante, tu vagina me llama, me intoxica su olor.

Te tomo mientras me ubico mirándote a los ojos desde tus cavidades inferiores, penetro el escondite de lo bendito, devoro tu néctar y mi leche. Un festín, mientras bailas en mi rostro, el hedor me enloquece, siento como tiemblas y los chorros fogosos lavando mi cara.

Te vas sentando en mi verga una y otra vez, en cuclillas me recibes mientras impulso mis caderas con violencia, agarro bien tus nalgas, te abro el culo y lo masajeo. Nalgadas van, cachetadas llegan y te miro con mi rostro de fiera, responde tu coquetería porno.

Nos alzamos en un Orgasmo largo y ruidoso. Terminamos el round exhaustos, no podemos dejar de sonreír, bajas a admirar tu proeza, no es fácil darle duro a un hombre multiorgásmico. Haces una rica rusa llevándome nuevamente al placer, me lo chupas suavemente en un comienzo, tocas los puntos precisos, siento tu lengua, tus dientes, tus labios expertos. Tiemblo entre el fervor y escalofríos, esto no puede ser verdad...

-..."Supongo que no tendrás quejas ahora sobre mi pasión?"
Carcajadas jadeantes son una buena respuesta...
Una de las cosas buenas de los moteles, es que no hace falta nada más ahí. Y puedes hacer de todo.

Más tarde cada cuál por su lado, con lo que debía ser saldado resuelto, con sonrisas nuevas, vamos al metro de la mano, te dejo ir hacia la moneda, y yo iré a caminar un rato, a recordar esto para las noches venideras. Unirlo con la sensación de siempre haber seguido deseándote y de que la pasión no se pierde en el viento.


Bitácoras del vagabundo, selecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora