Tripers

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Expondré brevemente el viaje del amanecer del sábado.
Al activarse en nosotros esa poción el tiempo divago y el ambiente se puso amplio y suave.

El juego de cartas terminó en un silencioso acuerdo. Los puntos rojos y blancos de sus dorsos bailaban con la gracia del fuego.

La música nos envolvió, las sombras dibujaban nuevos mundos en sencillos objetos. Los muros se disolvieron.

Viajamos a amplios bosques sin siquiera levantar el culo. Las conversaciones son intensas y reales.

Abrimos las puertas, salimos al mundo, damos vueltas...

El agua, el césped, la tierra, las flores, las ramas, arterias, venas, chakras, sonidos, estrellas, objetos.
Todo es nuevo e intenso. Sendas visiones, unimos algunas, otras son privadas.

Respiramos juntos, practicamos sin querer la telepatía y la empatía; nos conectamos con intensidad.

Subimos torres de paisajes eternos, inmensos, luminosos, nostálgicos. Hablamos del amor, de la vida, de todo y un poco más que todo. Hablamos nada igualmente, como se puede hablar del vacío y la eternidad.

Bebemos de la sangre de la tierra, abrazamos los momentos, llegamos a casa. La música sigue.

Nuevas sensaciones siguen naciendo, la noche nos envuelve entre charlas y acordes intensos.

El piso, la almohada, los amigos, el hogar. Nos cobija, nos arrulla. Celebramos el largo instante. Festejamos el regalo de la percepción, la vida, la mente y el corazón.

Despertamos siendo más que la noche anterior. ILUMINADOS y creo, SONRIENTES.

Nada se olvidó. Podría escribir de lo mismo, mil historias diferentes.

Gracias.

Bitácoras del vagabundo, selecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora