Asustada como nunca lo habia estado, me quedé petrificada en medio del escenario, mirando fijamente a la multitud. Los chicos, de más o menos mi edad, habian parado completamente de cantar.
-¡Cogedla!- gritó uno de los guardaespaldas mientras varios me agarraban de los brazos, medio arrastrandome por el escenario.
Por más que pataleaba y gritaba toda serie de improperios, ellos no me soltaban, al contrario, apretaban su agarre. Frustrada y consciente de que mis pocas fuerzas no me iban a ayudar, me dejé llevar.
Iba metida en una especie de nube, no sabía exactamente en donde estaba ni siquiera a donde me llevaban. Al rato de andar por varios pasillos, (yo mas bien iba a trompicones), nos paramos ante una gran puerta blanca.
La abrieron y me sentaron a la fuerza en una silla, enfrente de una gran mesa blanca, al igual que todo el cuarto. Cerraron la puerta de un portazo, haciendo sonar un molesto golpe, pero yo casi no me di cuenta.
Observaba el lugar con atención, embelesada. La sala solo estaba formada por aquella mesa y silla, ahora ocupada por mí. Me recosté cómodamente y al minuto la puerta se volió a abrir.
A mi campo de visión entraron los cinco chicos de antes. Me miraban asustados, yo en cambio mantenía mi rostro sereno, sin ninguna expresión. Si de algo me habian servido los últimos diez años, era para saber que no podía ir enseñando mis sentimientos así por así.
-Bien, ya nos tienes aquí. ¿Qué quieres?- dijo uno de ellos mientras los demás sacaban sillas de no sé dónde y se posicionaban delante de mí- ¿Un autógrafo? ¿Una foto? ¿Un... beso?- preguntó esta vez más asustado por mi respuesta.
Le miré sin saber realmente si lo decía enserio o si por el contrario me estaba gastando una absurda broma. Ellos sin comprender mi falta de reacción se miraron entre sí.
-No nos conoces, ¿verdad?- dijo otro de ellos. Negué con la cabeza. Sinceramente no me gusta nada hablar, prefería escuchar, se aprendía más.
-Esto es nuevo- dijo con una enorme sonrisa.
-Entonces.... ¿por qué estabas huyendo de los guardas?- me dijo otro de pelo rubio.
-No es de vuestra incumbencia- les dije firme hablando por primera vez- Son asuntos personales, y si no os importa, me voy.
Acto seguido me levanté de la silla y cuando ya estaba por girar el pomo, este lo hizo solo. La puerta se abrió y al mirar detrás de esta, mi respiración se cortó por unos segundos.
-Carmen...- susurré debilmente.
-Sí, así me llamo- contestó ella completamente seria- ¡¿Se puede saber en qué narices estabas pensando cuando te escapaste?!
-Yo...- miré hacia atrás y pude ver la cara llena de confusión de aquellos chicos, y ahí fue cuando exploté- ¡No lo aguanto! ¡No aguanto tener que vivir siempre metida en ese horrible horfanato! Ya casi tengo dieciocho años, ¿no podría irme sin más?
-No. Y es justamente por eso, ¡porque todavía no tienes dieciocho años!- chilló ella ahora fuera de sí- Ya estás saliendo por esta puerta inmediatamente y más te vale no volver a escaparte.
-No quiero, tú no eres mi madre, no me obligas a nada.
-Pero el caso es que tu madre me dejó al cargo de ti cuando decidió por arte de magia abandonar a su única hija, así que como tu principal tutora ya puedes mover el trasero de esa silla y caminar fuera de este lugar- sus palabras se clavaron como estacas en mi corazón. Sabía que tenía toda la razón, pero no lo quería admitir, ¡maldito orgullo!
-Nosotros la adoptamos- exclamó uno de los chicos que hasta ahora se había mantenido con la boca cerrada.
ESTÁS LEYENDO
Viviendo mi pesadilla
Fanfiction¿Que pasaria si, sin comerlo ni beberlo, te vieras sumergida en un mundo que no es el tuyo? Emily descubre esa sensación cuando en un intento de huida se encuentra con las personas más famosas del momento, aunque ella lo desconoce. Su vida cambia...