II

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El pequeño caminó hasta que se detuvo al frente de una casa amarilla con un gran jardín lleno a rosas con un camino de piedras. Al fin había llegado a su casa y lloró, lloró como nunca lo había hecho se dejó caer nada más entrar y se quedó apollado en la puerta ahora podía llorar sin ser el payaso de nadie.

-¿Soo cariño eres tu?

Una mujer adulta de pelo canoso y esbelta salio de la cocina, sus pasos se acercaban cada vez más hasta que paro en la entrada y miró horrorizada a su pequeño en la puerta lleno a moratones y sangrando. Sus ojos se aguaron y corrio a abrazar a su niño.

-¿Qué te hicieron esas bestias?

Sus miradas conectaron marrón con verde y en ese momento comprendió que no sólo lloraba por el dolor corporal, había algo más su pequeño estaba roto por dentro.

-Mama ayudame....

Esas palabras la rompieron, tal vez podría haber hecho más, su pequeño estaba roto y ella no había hecho nada para protegerlo y ahora no sabia como recomponerlo se sentía culpable no había podido protegerlo.

-lo siento tanto mi niño...

La mujer recostó la cabeza del pequeño sobre sus piernas y le acarició el pelo hasta encontrarse con una herida que la preocupó, se levantó y llevo al pequeño al baño para curarle las heridas, lo hizo tomarse una ducha y lo ayudo a vestirse.

-Te quiero bebe.

-Yo también te quiero mama.

La mujer lo ayudó a llegar hasta su cuarto, lo recostó en la cama y se acostó a su lado para acariciarle el pelo.

Pasaron las horas y el pequeño consiguió quedarse por fin dormido. Su madre aún seguía despierta pues en su corazón sentía que le había fallado, no había estado cuando él la necesitaba y no es que ella fuera irresponsable o despreocupada al contrario, simplemente ser madre soltera y tener que trabajar para mantener a sus hijos no le dejaba la cantidad de tiempo que ella desearia para estar junto a sus niños, los amaba con locura pues le recordaban a su primer y único amor su marido que había fallecido unos años atrás, dejándola sola con dos niños a los que mantener y con un gran vacío en su corazón, lo único que la animaba era ver a sus niños felices pero ahora tenia en sus brazos a su pequeño destrozado, lo habían derruido por dentro.

Tomó aire y se separó de su pequeño dejándolo tapado con algunas mantas mientras se dirija a hacer algunas llamadas, esto no se quedaría así, haría lo posible para no ver a su niño sufrir más. Cada lágrima que el pequeño derramaba ella la sentía intensificada en su interior, su corazón de madre no le permitía dejar a su niño sufrir.

Las horas pasaban y ella seguía pegada al teléfono iba a hacer lo posible por arreglar esa situación cuanto antes, hasta que dio con una solución temporal, por lo menos hasta que logrará cambiar de trabajo y transferirse no podía hacer nada más hasta el momento.

-Mama.-susurró Kyungsoo pasándose la mano por los ojos.

-¿Qué hacés despierto a esta hora? deberías ir a dormir.

-¿Mama puedo ir a estudiar con Lu ?

-¿Pero de qué hablas bebe?, no creo que sea una buena idea que te deje solo.

-Mama Luhan me protegerá.

-Pero es un internado Soo, se que tu hermano esta allí pero no creo que sea conveniente.

-Pero mama...

-El se fue porque quería estudiar ahí, yo no quiero que te vallas ya me es suficiente con tener a uno de mis bebes lejos no quiero separarme de ti..

-Mama yo....

-No quiero que te vuelvan a lastimar.-hizo un puchero

-Mama necesito irme por un tiempo, por favor.

A pesar de oponerse completamente a la idea y intentar sobornar a su hijo a base de dulces terminó aceptando a regañadientes con la condición de ser informada de absolutamente todo.

Mine (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora