Solo un centímetro más... o al menos 7 milímetros-IwaOi/OiIwa

824 73 10
                                    

Algo en la cabeza de Iwaizumi no ha dejado de taladrar sus neuronas. Y no, esta vez no es culpa de Basurakawa... Bueno, la verdad, si ¿Por qué todos sus problemas giran alrededor de Mierdakawa?

Ah, claro.

Está perdida y estúpidamente enamorado de él, y lo que es peor, ya hace un año que salen.

El problema que está a punto de sacarlo de quicio se debe a que Oikawa —como la mayoría del equipo— es más alto que él. No lo malentiendan ya está resignado. Lo que pasa es que un día —sin querer— escucho a Tooru charlar con Hanamaki sobre su deseo frustrado de ser sorprendido con un beso, y no cualquier beso. La maldita mierda egocéntrica quiere un beso de esos ridículos donde el hombre —en este caso Hajime— levanta el rostro sonrojado de la chica —en esta caso Mierdakawa— con la punta de sus dedos sobre su barbilla.

Si, así de ridículo es.

Por supuesto, Makki se burló de Tooru.

Nunca, en sus cinco sentidos, haría algo tan ridículo y vergonzoso como eso, pero... Cumplir unos de los caprichos de Oikawa no haría daño, ¿verdad? Digo, su orgullo ya estaba lo suficientemente pisado como para amar a Tooru con tal intensidad.

Su novio anhela un beso así, y aunque tratara de negarlo y no dejarse de repetir que todo eso era por demás ridículo, él también desea hacer algo así de cursi con Oikawa. Por supuesto, nunca lo admitiría. Pero su cuerpo —gracias a las tontas hormonas y ridículos bichos en su estómago— habla fuerte y claro, solo con mirar su rostro sonrojado es suficiente para darse cuenta.

Después de mucho pensar y pensar se había decidido, le cumplirá el caprichito a Oikawa, aunque muera de vergüenza en el intento.

Si ya se había decidido —resignado— ¿Por qué sigue secándose los sesos?

Oikawa es más alto que él. Para ser exactos, cinco centímetros más alto que él. No es mucho problema para dar un beso normal, solo tiene que levantar un poco su rostro y ya. El maldito inconveniente es la forma del beso; tiene que alzar el rostro de Oikawa, en pocas palabras, tal vez tenga que ponerse de puntillas para alcanzar los labios del castaño por la altura agregada, y la verdad, no quiere humillarse más de la cuenta.

Ya ha pensado en varias soluciones, hasta las ha ejecutado. Una de ellas era sentar a Oikawa en alguna de las bancas del gimnasio o del parque. Pero siempre, el muy maldito, era acorralado por sus fans, se le pegaba como garrapata a uno de sus brazos o se movía de aquí para haya. El idiota parecía un niño pequeño de lo emocionado que estaba. Eso lo alegraba, pero a la vez frustraba sus planes, tal vez si pegaba a Oikawa a la banca se quedaría tranquilo, pero eso haría sospechar a su novio y se supone que el beso debe ser sorpresa.

Otra de sus brillantes ideas fue besarlo en alguna escalera. Puede imaginárselo. El en un escalón más arriba que Oikawa, un atardecer de película tras ellos y unos cuantos pétalos de cerezo flotando en el aire por alguna cálida brisa. Se detendría esperando que el contrario haga lo mismo y voltee para preguntar si acaso ocurría algo, el miraría fijamente esos orbes achocolatados y se inclinaría un poco para tomar la barbilla ajena entre sus dedos y depositar un cálido beso en los labios de Tooru...

Oikawa no sabe ni que hacer o sentir al ver a Iwa-chan dándose de cabezazos contra la pared del gimnasio, y la verdad le da un poco de miedo preguntar, aunque el furioso sonrojo en las mejillas del As pique su curiosidad.

Iwaizumi deja de golpearse contra la pared —las ideas estúpidas por fin se habían esfumado— y recarga su frente en ella.

«Solo un centímetro más... o al menos siete milímetros».

Piensa.

No pide mucho, tal vez no será mucha la diferencia, pero algo es algo. Solo quiere sorprender a su novio con el maldito beso que tanto quiere.

Suspira y se aparta de la pared, y ahí es cuando caí en cuenta de que todos en el gimnasio le miran asombrados y curiosos.

Un sonrojo más le es arrebatado, frunce el entrecejo lo más que puede y manda a todos a terminar de limpiar el gimnasio.

¿Y si mejor se rinde?

Oikawa ni siquiera sospecha o se imagina lo que el número cuatro intenta hacer.

Mira al único que aún no despega sus ojos de él. Oikawa expresa con su mirada una combinación de preocupación, cariño, curiosidad y burla.

Si, el castaño es capaz de expresar tanto con su mirada y él es capaz distinguir todos y cada uno de sus sentimientos.

¿Cómo no amarlo? ¿Como no querer hacer detallitos cursis para el castaño?, ¿Cómo...?.... ¡¿Cómo no golpearlo?!

¡El muy bastardo se preocupa y se burla de él al mismo tiempo!

Y justo en ese momento, como una luz encendiéndose en su cabeza, la solución a su problema aparece.

¿Cómo no lo había pensado antes?

Tal vez la idiotez de Oikawa si es contagiosa.

Mira alrededor percatándose de que todos ya se han ido ¿tan absorto estuvo en sus pensamientos?

«¡Eso no importa!».

Se dice así mismo.

Aprieta con fuerza el balón que sostiene en sus manos y busca una vez más la mirada de Oikawa. El bastardo sigue mirándole fijamente. Se sonroja, por lo que está a punto de hacer, y lanza el balón directo a la cara del castaño.

Tooru, tomado por sorpresa, cae de sentón al piso y lleva ambas manos a su rostro, adolorido.

—¡Iwa-chan! ¡¿Por qué demonios hiciste eso?!

Chilla, con unas cuantas lagrimas acumuladas en sus ojos.

Escucha unas rápidas y pesadas pisadas para después sentir como unas manos apartan las suyas de una forma un tanto brusca.

Tiembla en el suelo esperando un cabezazo o algún golpe, pero en cambio siente unos temblorosos dedos apretar su mandíbula y alzar su rostro.

Y después, oh después, el beso que tanto deseaba le arranca el aliento.

Y pensar que solo le contaba a Makki de sus sueños «imposibles».

Haikyuu!!-Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora