Noche-BokuAkaa

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Una de las cosas que Bokuto odia de la concentración de entrenamiento es la hora dormir. No sólo porque ya no puede jugar voleibol, estar con su Bro o estar junto a Akaashi. Aunque eso si que lo odia, y mucho. Es la noche, la noche es lo que más odia y teme, poquito, pero le teme. Por supuesto, se siente sumamente avergonzado por ello ¿como no estarlo? ¡Se supone que el es un búho, y uno de los más geniales ¿como le va a tener miedo a la oscuridad?! ¡Los búhos ven en la oscuridad, hasta cazan ratones!... Bueno, el prefiere la carne que comer ratones ¡la carne asada es mucho mejor! 

Su estómago gruñe en forma de reclamo, no es buena idea pensar en comida a las altas horas de la madrugada. 

Mira, una vez más, todo a su alrededor, encontrando una habitación casi completamente oscura. Casi, si no fuera por la luz de la Luna que entra por su venta abierta y su pequeña lamparita de búho si estaría oscura.

Intenta encontrar a cierto pelinegro que siempre lo abandona a la hora de dormir, ¿por que Akaashi no quiere dormir con él en su fùton? Bien, Bokuto es grande, lo sabe, pero ¿no sería mejor así? Dormir pegaditos no suena nada mal.

Pero como siempre, Akaashi lo miro sin inmutarse y con una ceja alzada, le dio su peluche, un búho de plumaje negro con una mirada sería y azulada —el peluche favorito de Bokuto—, y lo mando a dormir.

¡Bien, si no quería dormir con el, bien! ¡pero que tan siquiera durmiera a su lado! aunque eso tan poco se puede. El pelinegro, a diferencia de Bokuto que es muy caluroso, es muy friolento. Así que no puede dormir a su lado cuando Bokuto prácticamente duerme bajo la ventana abierta, su querido armador podría enfermar y es lo que menos quiere.

Esa fue la explicación que le dio Akaashi, más de una vez, gracias a que el rematador estaba más concentrado haciendo berrinche y mirando los bonitos ojos del azabache que en lo que este le decía. No fue su culpa, ¿quien le mandaba a Akaashi tener los ojitos tan bonitos?

Un pequeño suspiro escapa de sus labios, se abraza más a Akaa-chi —su peluche— e intenta dormir. Pero no puede, los horribles sonido que se escuchan afuera le traen a la memoria las historias de terror que Konoha estaba contando antes de dormir. Si el número cuatro no los hubiera mandado a dormir Bokuto habría corrido a los brazos de Akaashi, o a los de Kuroo, para protegerse de todo espíritu maligno. 

Aprieta un poquito más al búho entre sus brazos, pero no es suficiente, necesita a su Akaashi. Se incorpora y mueve su cabeza a todos los lados posibles —como un búho— buscando al de ojos azules ¿donde le había dicho que se iba a dormir?... Mejor hubiera prestado atención. Mira la pequeña lamparita frente a él, intentando ignorar los aterradores ruidos, pero por casualidad del destino, o a causa de algún ente diabólico, la lamparita se apaga y la Luna se esconde entre alguna nube malvada que anda por ahí, Bokuto abre los ojos aterrado y no sabe si hacerse bolita, gritar o llorar.

Por otro lado, en una de las esquinas de aquella habitación, el vice capitán del equipo de voleibol de Fukurodani se despertó por unos extraños ruidos, ¿alguien estaba llorando?... suspira, ya sabiendo a quien pertenecen aquellos pequeños sollozos. Con cuidado de no despertar alguno de sus compañeros se levanta y camina hacia aquella «bolita» temblorosa cubierta con una frasada azul con estanpados de búhos y balones de vóley.

Bokuto al escuchar unos pasos acercándose a él, comienza a temblar como gelatina y los pequeños sollozos que intentaba reprimir, sin mucho éxito, salen.

«¡Que no sea un monstruo malvado, que no sea un monstruo malvado...!».

Ruega en su mente.

—¿Bokuto-san?

Pregunta la suene voz de Akaashi... espera ¿¡el monstruo se comió a Akaashi!?

—¡AK...!

Antes de que pudiera gritar la fría mano del armador cubrió su boca.

—Bokuto-san, no grite, soy yo.

La tranquila voz del ojiazul lo calma, no comprende como es que siempre lo tranquiliza, su voz, su mirada, su tacto...todo, todo en Akaashi un poderoso y suave analgésico.

Retira con suavidad la fría mano de su boca y lo abraza, con todo el anhelo que esa horrible noche había sentido.

—N-No puedo dormir, te necesito, toda la noche te he necesitado.

—Exagera, Bokuto-san.

—¡No es así!

Grita lo más bajo posible. El azabache suspira y se aparta un poco de los brazos de su capitán para mirarlo a los ojos, encontrándose con un adorable puchero y una mirada baja.

—Vamos a dormir.

—¿Dormiras conmigo? La Boku-lámpara se apagó y Akaa-chi tiene miedo.

Akaashi sonríe un poco y asiente.

—¡A...!

A punto estuvo de gritar, pero recordó que sus compañeros de equipo están en ese lugar y se tapó la boca con ambas manos.

Sonríe y se mete al fúton donde su Akaashi lo estaba esperando. Se acomoda de lado quedando frente a frente con el pelinegro y lo abraza.

—Así no tendrás frío.

El más chico se sonroja y esconde su rostro en el pecho cálido de su capitán.

—Hasta mañana, Bokuto-san—Susurra.

—Hasta mañana, Akaashi.

Si Bokuto pudiera dormir junto Akaashi todas las noches, seguro que dejaría de odiar la oscuridad.

Haikyuu!!-Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora