Estrellas y Constelaciones-IwaOi

456 32 2
                                    

Desde que Iwaizumi tiene memoria a Oikawa le gusta el espacio y todos los misterios que este posee. En sus memorias puede ver a un pequeño Oikawa sentado en el césped, con su brazo derecho abrazando sus raspadas rodillas y su mano izquierda señalando a cada una de las constelaciones y estrellas, y, mientras sus ojos brillan más que cualquier de ellas, relata emocionado el nombre de cada una.

Se puede ver a si mismo, recostado a su lado con los brazos detrás de su nuca, mirando a Oikawa y de vez en cuando a algunas de las estrellas y constelaciones que el castaño, tan emocionado, enumera.

Y es que ninguna de ellas brillaba tan intensamente como los ojos de Tooru.

Debido a todos los años de amistad que ellos dos tiene, Iwaizumi, puede presumir que la pasión de Oikawa por el espacio comenzó en una noche igual de estrellada.

Los recuerdos son un poco borrosos, pero puede ver a un pequeño Hajime emocionado corriendo a la casa de su mejor amigo para contarle lo que acababa de aprender en uno de esos tantos programas aburridos que ven los adultos. Cada vez que se miraban Tooru siempre llegaba con algún dato, historia o jugada nueva para contarle —ya sea sobre los escarabajos o alguno de esos bichos que a Hajime tanto le encantaba atrapar y que a Tooru tanto asco y miedo le daban—, Así que ahora era el turno de Iwaizumi para sorprender a su amigo. Desde que Oikawa vio una película americana para niños llamada «ET» a tenido una rara curiosidad por los alienígenas y el espacio. Por eso, justamente antes de que su mamá terminara de pasar los canales para ver su drama favorito de las ocho, le pide que se detenga, había alcanzado a escuchar la palabra extraterrestre y ver un borrón de un extraño hombre verde.

Para ser sinceros no recuerda de que iba ese dato que tanto le gustó a Oikawa, solo recuerda los enormes ojos de venado del castaño y el calor de sus manos cuando tomaron las suyas para llevarlo arrastras hasta la colina que esta cerca de sus casas —a esa a la que sus padres les habían prohibido ir. Pero, ya saben, no es aventura sino vuele a peligro—. Cuando llegaron lo primero que hizo Tooru fue nombrarle las estrellas y constelaciones que hace poco había aprendido.

Desde entonces cada vez que Oikawa aprendía otro nombre de alguna estrella o constelación siempre arrastraba a Iwaizumi a esa colina para enseñarle la dichosa estrella.

—¿Qué tanto piensas, Iwa-chan?

—¿Mhm... ?

—Apenas comencé a nombrarte algunas constelaciones me ignoraste. Eso fue cruel.

Y ahora a Iwaizumi podrías preguntarle de alguna estrella o constelación y este podría decirte hasta su longitud y latitud.

—¿Bromeas, Basurakawa? Me se el maldito nombre de cada una de las estrellas en el cielo. No necesito que me los repitas una vez más.

Iwaizumi deja de divagar en la nada y mirá a Oikawa, el castaño seguía abrazando sus rodillas pero ahora su mano izquierda no señalaba el firmamento sino que jugaba con su cabello. Y el, seguía tirado en el césped, a su lado.

«Igual a cuando eramos niños».

—Oh, así que era eso—dijo aliviado y un poco sorprendido, pero la sorpresa no le duro demasiado cuando una idea se proceso en su cerebro—... ¿Qué tal si te nombro otras cosas más interesantes, Iwa-chan?—preguntá risueño, con las comisuras de sus labios levantándose en una picara sonrisa de lado y sus ojos brillando coqueteos.

—¿Eh?

Fue lo más coherente que Iwaizumi pudo articular, porque eso de que Oikawa se sentara, sin avisar, sobre su ingle le tomo por sorpresa.

—¿Sabes, Iwa-chan? Hoy vimos un tema muy interesante en la clase de medicina ¿te haces alguna idea de que?—sus caderas comienzan a moverse, creando una tentadora fricción entre sus cuerpos. Se inclina sobre Hajime, hasta alcanzar su oreja izquierda—, Anatomía humana...

El tono del susurro de Oikawa, sumado a la calidez de su aliento en el cuello y oído de Iwaizumi, provocan corrientes eléctricas a lugares que no pueden ser nombrados, erizado cada bello en su piel y despotricando a su corazón.

Bendita sea la inteligencia y curiosidad de Tooru.

Tal vez esa noche no se desvelaron señalando cada estrella hasta que el sol se asomo en el alba, pasaron la noche descubriendo cada pliegue en sus pieles, cada lunar, besando y marcando a su gusto y conociendo y entregándose el uno al otro como muchas otras veces en sus camas.

Haikyuu!!-Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora