La concentración de entrenamiento en Tokio no está resultando tan genial como el esperaba... bueno, si es genial, pero hay unas cuantas cosillas que no le dejan disfrutar de los entrenamientos como el quiere.
Una de ellas, y la más pesada, fue la pelea que tuvo con Kageyama, sumando también la tención del equipo, después de regresar del primer entrenamiento. Las cosas entre ellos ya se han calmado un poco, oh bueno, eso es lo que el cree, pero aún así esa pequeña tención no se va.
Extraña al moreno, hasta extraña sus constantes gritos y agresiones a su persona. Pero sabe que si quieren mejorar como equipo tienen que hacer todo lo posible para mejorar el primero como individuo, al igual que el moreno, y todos sus compañeros. Sabe que Kageyama es capaz de lograrlo, confía en él, no por nada —y aunque le duela— el armador es mejor que Hinata, por eso, y para pelear junto al armador, decidió hacerse más fuerte. Aún entendiendo eso, no faltaban los momentos en los que anhela ir junto al cara de ogro y molestarlo con alguna broma. Extraña sus peleas, puede que suene masoquista e idiota, pero en serio extraña esa rara «relación» que tenía con el número nueve.
Suspira sintiendo el dolor en su mentón y mandíbula. Ah, eso y los ejercicios de lanzamientos que no le salen para nada bien, ¡Su pobre mentón arde!
Toma un poquito de ese rara crema que Yachi-san le dio, según ella era un bálsamo buenísimo para lo golpes y heridas, unta un poco en su mentón, esperando que esa dichosa crema cumpla su trabajo, y sale del baño para ir a la habitación asignada para su equipo y por fin descansar.
Se distrae limpiando los restos de esa crema con su playera, vuele bien, pero aún así tiene ese ligero aroma a medicina.
—¿También sabrá a medicina?
La curiosidad le pudo, apuntó estuvo de probar esa rara crema que aún seguía entre sus dedos, pero un fuerte abdomen justo en su cara arruinó sus planes.
Abre sus ojos al reconocer aquel aroma, ¿Kageyama siempre ha olido tan bien? Quien sabe, pero esta seguro de que lo extrañaba, sin pensarlo o percatarse de su acción se abraza al torso del más alto, embriagado por ese aroma y cálido pecho. Que bien se siente todo eso.
—¿Hinata, que haces?
Esa voz entre molesta e irritada lo saca de su ensoñación, ¡Rayos ¿que se supone que está haciendo?!
—Eh... y-yo—¿Ahora que hace?, en primer lugar, ¡¿por qué no deja de abrazarlo?!—... T-Te estoy a-abrazando, ¿a-acaso no es obvio, Kageyama-kun?
Intento usar su tono juguetón de siempre, aunque falló miserablemente. Esperaba con todas sus fuerzas que el más alto no terminará con ese abrazo.
—Ya se, idiota, pero ¿por qué lo haces? —arruga su entrecejo—, ¿acaso tienes miedo?—Pregunta con una sonrisa y tono burlón.
—¡¿Qué?! ¡Claro que no, Bakayama!
Apuntó estuvo de arrepentirse y separarse, pero al sentir los largos brazos del armador sobre sus hombros se detuvo.
—Shhh, no grites, vas a despertar a todos.
—L-Lo siento.
Se quedaron en silencio por varios minutos, disfrutando de aquel cálido contacto, aunque el adolorido mentón de Hinata no dejaba de palpitar y arder.
—¿Estas bien?
La preocupada voz del armador lo distrae.
—¿Eh?
Levanta su rostro y se encuentra con esos profundos ojos azules que le miran detenidamente.
—Bueno, en los ejercicios de lanzamientos no dejabas de golpearte—los largos dedos del armador alzan con cuidado el mentón del pequeño, sin dejar de abrazarlo—. ¿Te duele mucho?
—... ¿Eh?...
Kageyama levanta una de sus finas cejas y Hinata vuelve a la realidad.
«¿Pero que...? ...¡Reacciona, idiota!».
—¡Ah, y-yo estoy no bien!
—¿Ha?
«¡Diablos!».
—D-digo, estoy bien, Y-yachi-san me dio una pomadita para los golpes y heridas—sonríe nervioso—. Aún me duele—hace puchero—, pero Yachi-san dijo que era muy buena y que tardaría un poquito en hacer reacció —sonríe mostrando todos sus dientes, ocasionando que sus ojos se cierren, y se rasca la nuca nervioso, sin separarse de Kageyama.
Aunque una suave caricia en su mentón lo hace abrir sus ojos con rapidez. Kageyama acaricia su mentón con una suavidad y delicadeza que no creía posible venir de aquellas manos que siempre hacían todo con violencia.
Kageyama sigue con su trabajo, asegurándose de esparcir perfectamente el bálsamo sobe el mentón de Hinata, aunque el más bajo esta ocupado perdiéndose en los profundos ojos del armador. ¿Sus ojos siempre brillaron así? A Hinata siempre le había bastado una mirada del pelinegro para saber lo que este sentía, era tan fácil descubrir sentimientos y emociones en esos profundos ojos azules, pero ¿qué sentimiento reflejaban los ojos de Kageyama en ese momento? No lo sabe, ni le interesa saber, sólo le interesan esos afilados ojos azules y las suaves caricias en su mandibula.
Kageyama está en las mismas, ¿es su imaginación, o los ojos de Hinata brillan por si solos? Quien sabe, menos le podría importar. Le extrañaba, extrañaba esa cercanía con el más bajo, extraña jugar juntos, hasta extraña sus gritos y tontas peleas y que decir de sus competencias. En primer lugar ¿por qué se alejo del naranja? Ah si, claro, sus jugadas, sus levantadas no son suficientes para Hinata. El número diez quiere ser más fuerte y el no es capaz de hacerlo, tiene que mejorar, mejorar para no perder, para ganar, para estar junto a Hinata en la cancha, para ser más fuertes juntos, pero por ahora... ¿Por qué la piel de Hinata es tan cálida? Aunque no es sólo su piel, sus ojos, sus sonrisas... todo, todo en Hinata es tan cálido, hasta su aliento... esperen ¿su aliento?
Sin darse cuenta ambos estaban a milimetros de distancia, sus alimentos y respiraciones, antes serenas, sé mezclaban. Kageyama detubo sus caricias, dejando exactamente su mano en la mejilla del más bajo.
¿Ahora que? ¿Como llegaron a esto? Pero lo más importante ¿por qué sus corazones laten así? Tan fuerte, ¿por qué se sienten así? Tan completos.
No lo saben, y a decir verdad, no les importa.
Aunque Hinata está seguro de algo, no hay mejor bálsamo que las caricias de Kageyama.
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Haikyuu!!-Shot's
RandomOne-shots, Headcanons, Mini-historias, Historias cortas y básicamente muchas cosas Homos (y hetero), de Haikyuu que vengan a mi cabeza.