Novio-BokuAkaa

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Sigue caminando por ese largo, y a su parecer, interminable pasillo. Sus pasos, rígidos y toscos, delatan lo nervioso que esta. Algunos alumnos lo ven con ternura, unos con curiosidad y otros con una sonrisa burlona en sus labios ¿La razón? En su brazo derecho lleva cargado un enorme búho de peluche —más o menos del tamaño de Hinata. Tal vez más grande— y en la otra un canasta llena de Onigiris y otra cosa, que consiste en verduras hervidas y mostaza, del cual no recuerda muy bien su nombre.

¿Qué mejor forma de llegar al corazón de la persona que amas sino es por su estomago? Sabias palabras de su madre.

A pesar de estar a punto de colapsar por los nervios tiene cuidado de no manchar el peluche o tirar la comida. En serio, le costó bastante conseguir el dinero, eso de rogarle a su padre no fue fácil, y convencer a Kuroo de acompañarle a comprarlo tampoco. El reto más difícil, hasta ese entonces, fue preparar la comida. Kuroo tenía algo de experiencia —No por nada era el encargado de alimentar a Kenma cuando los padres del semi rubio no estaban— Y pues él, bueno, saber encender la estufa ya es ganancia ¿no? Estando los dos juntos podían hacer algo decente.

La señora Bokuto llegó a su casa, encontrándose con su hijo corriendo por todos lados con una olla con arroz quemado y a Kuroo intentando apagar el fuego de la estufa con una escoba, la cual se prendió en llamas unos segundos después, asiendo que el pelinegro diera un saltito en su lugar y gritara.

Quería reírse pero primero era lo primero, tomó rápidamente el pequeño extintor rojo que estaba guardado en una de las gavetas bajas de la cocina y apagó el fuego. Los jóvenes estupefactos —con sus rostros un poco manchados por el humo— se sorprendieron por la repentina presencia de la señora de la casa.

—¿No que no había un extintor?

Pregunta —rompiendo el silencio momentáneo— en reproche el más alto de los tres a la estrella de Fukurodani.

—Cuando lo vi pensé que era uno de esos adornos de Navidad. Ya sabes, por el color rojo y eso—se encogió de hombros.

—Por supuesto, Bro ¿No es obvio que los adornos de Navidad se guardan en las gavetas de la cocina?—pregunta con sarcasmo.

—¡Oye, no te burles de mi! ¿No se supone que sabes cocinar?

—Una cosa es calentar la comida que ya esta echa y otra muy distinta cocinarla, además yo apenas se hacer lo básico para no morir de hambre—Suspira, jugando con los mechones negros de su rebelde cabello—... Creí que no seria mucha la diferencia de calentar a preparar los alimentos—se encoge de hombros—. Ya sabes, «La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma».

—Oh, si, si, Claro. Por supuesto—dice con seriedad en su voz, como si en verdad entendiera lo que su amigo decía—. Aunque no creó que Shakespeare pensara en todo eso cuando se metía a la cocina, Bro.

Bro... Eso lo dijo Newton, no Shakespeare.

—¿Ah, si? ¿Entonces quien es el buen hermano Shakespeare?

—Un escritor.

—¿Y Aristóteles?

—Un filósofo de la antigua ¿Grecia?

—Oh ¿los que usaban vestido y tenían hojitas en la cabeza?

—Esos.

—Chicos—interrumpió la madre de Bokuto con una sonrisa divertida—. ¿Qué sucedió aquí?

—Lo sentimos, señora Bokuto.

—Intentamos hacer unos onigiris y unas verduras hervidas, Má.

Haikyuu!!-Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora