Me encuentro en mi habitación devorando un sándwich. Como todos los martes Loandra y yo hacemos una pijamada y vemos la saga de Twilight.
— Jamás me cansare de ver al papacito de Jacob. – Dice Loandra suspirándole al televisor.
— Ni yo al papasote de Edward. – Ambas reímos al unísono.
— Hablando enserio y de la vida real. ¿Qué fue lo que soñaste y que paso en el corredor con Jeremy? – Creo que olvide contarle.
— Agárrate bien de la cama. Soñé que Jeremy me beso y cuando salí del tocador choque con Jeremy y caí de pompas. – Sobo mi trasero recordando el evento.
— ¿Y para cuando la boda? ¿Le pondrás mi nombre a tu primera hija verdad? Como tu mejor amiga seré la madrina y la voy a engreír mucho. – No les dije, mi mejor amiga es completamente dramática.
— ¿Quién se casa? – Dice Gabriela entrando a mi habitación.
— Primero que nada se toca antes de entrar y segundo que te importa. Así que sal de mi habitación antes de que llame a la señora madre y le diga que no me dejas de fastidiar.
— Que pesada, cualquiera diría que Andrés te visito. Además mami salió hacer unos encargos. – Me enseña la legua como una nena chiquita.
— Sal de aquí enana mocosa. – Le arrojó una de mis almohadas pero Loandra se interpone entre ella y yo, por lo tanto la almohada le da justo en la cara. — Oh, oh.
— Abigail Contreras López – No sé por qué, pero hoy han repetido mi nombre muchas veces y esta vez creo que he provocado la tercera guerra mundial. Cuando mi mejor amiga se enoja no hay quien la aguanté. — Te declaro la guerra. – Y de pronto algo golpea mi cara. Si, la muy perra me arrojo una almohada.
— In your face baby, punto para Loandra.
— Ah sí enana mocosa, que te parece si arreglamos cuentas con esto. – Tomo mi botella de agua y se la vació en la cabeza.
— Pero me acababa de alizar el cabello. – Dice haciendo puchero. — Juro que te vas a arrepentir. – Veo como baja a la planta de abajo de la casa. Me giro para entrar a la habitación y recoger las almohadas tiradas mientras Loandra no hace más que reírse como una foca apunto de infartar. ¿Qué le causara tanta risa? De pronto siento algo pegajoso en mi cabeza.
— Un huevazo, para la cara de huevos. ¿Qué te parece eso ahora? – Puedo notar como alza una ceja, en señal de victoria.
— Mejor corre por tu vida Gabriela. – Loandra nos observa desde la cama sin parar de reír. Salgo corriendo detrás de mi hermana que se dirige hacia la cocina, toma el pote de salsa de tomate de la nevera.
— Mi pijama de unicornio no por favor. – Amo esta pijamas y no soportaría verla manchada. Salgo corriendo de la cocina en dirección a la sala. Para mi mala suerte mi hermana logra acorralarme en la puerta principal. A pesar de que yo soy la mayor, ella es un poco más alta que yo. La verdadera enana soy yo.
— ¿Ahora te arrepientes de haber arruinado mi cabello? – Jamás alienígena mocosa.
Deberías de sacar la bandera blanca y aceptar la derrota.
Cállate consciencia.
Yo solo decía.
De pronto la puerta principal se abre, en el mismo instante en el que yo me agacho y la salsa de tomate sale disparada y aterriza en la cara de, ¿adivinen quién? si, mi madre.
Fue bueno mientras duro, pero creo que ha llegado la hora de mi muerte. Para mi mala suerte moriré virgen y con apenas 18 años de edad, que triste destino. Ahora la señora madre nos tiene a las tres paradas en la sala, mientras ella camina de un lado a otro sin decir palabra alguna. Creo que está pensando en la manera de castigarnos por el pequeño desastre que hicimos. Aunque Loandra no es hija de mi madre de sangre, es como si lo fuera. Así que de igual manera recibirá el castigo.
— Primero que nada quiero que recojan el gran desastre que hicieron. Segundo cancelado las pijamadas de los martes hasta nuevo aviso. Tercero les traje helado de chocolate, pero como parte del castigo el helado me pertenece a mí. Así que ahora soy la reina del helado y nadie podrá comer de él. – Esto fue un golpe bajo, mi madre sabe lo mucho que Loandra y yo amamos el helado y más si es de chocolate. — Y por último, la próxima vez que hagan una guerra de comida por favor ténganme en cuenta. Yo también tengo derecho a divertirme. – Todas reímos ante lo último que menciono mi madre. Ella a veces puede ser muy divertida. Pensándolo bien casi siempre.
— Ahora quiero que todas se vallan a dormir, pero no antes sin darse una ducha y darle un beso a su fabulosa madre o madre postiza en el caso de Loandra. Mañana tienen que levantarse temprano para ir a la escuela y tu Abi eres la más floja de todas.Coloco una mano en mi pecho fingiendo indignación. Ante mi expresión todas reímos y sin decir nada obedecemos a mi señora madre y nos encaminamos asía mi habitación. Ya en ella busco mi pijama de gatitos y me dirijo al baño.
Lavo mi cabello por décima vez y termino de ducharme. Cuando estoy por salir, escucho el tono de mi amado iPhone que me indica que e recibido un mensaje de texto.
— Loandra, ¿podrías verificar quién es? – No tengo secretos hacia Loandra en mi móvil. De hecho es la única que se sabe mi contraseña y si algún día muero se lo dejare de herencia.
— Número desconocido - ¿Número desconocido? Me apresuro a vestirme y salgo del baño.
— Déjame ver, ¿que dice? – "Buenas noches", arrugo mi nariz algo extrañada. ¿Quién podría ser? Opto por contestar mientras Loandra se da una ducha.
Abi - Buenas noches para ti también anónimo.
Recibo una respuesta casi de inmediato.
Número desconocido - Jajajaja, es Jeremy. ¿Cómo no vas a tener el número del chico más guapo de toda la escuela?
Abi - Hola Jeremy, primero que nada no soy una hostigadora como tú. ¿Dónde conseguiste mi número? Y segundo, mírate en el espejo antes de hablar. Tienes la autoestima muy elevada.
Decido guardar el número en lo que recibo una respuesta
Jeremy - Fácil, tu amiga Loandra me lo dio. Tuve que insistirle mucho pero al final lo conseguí.
Maldita perra traicionera.
— Loandra, ¿me podrías explicar por qué le diste mi número a Jeremy sin mi autorización? – Ni siquiera la dejo salir del baño cuando ya la estoy enfrentando.
— Ehh, él me dijo que era por si tenía alguna duda. Además eres su tutora de todos modos se lo tenías que dar. – Hace una pausa — No crees que todo lo que sucedió fue extraño.- Decido ignorar a Jeremy así que pongo mi móvil en modo vibrador y lo dejo en la mesa de noche. Luego me acuesto en mi cómoda cama.
— ¿A qué te refieres?
— Obvio que a todo lo que sucedió con Jeremy. Primero sueñas que te beso, segundo chocas con él, tercero lo trasladan a nuestro salón y por último, terminas siendo su tutora. Sin olvidarnos que te acaba de escribir. – Es cierto, yo pensé que lo del corredor fue suerte, me refiero a que cualquier chica se moriría por chocar o hablar con el chico más guapo y popular de toda la escuela. Pero pensándolo bien esto es muy extraño.
— Todo puede ser casualidad Loandra, mejor dejemos de pensar y acostémonos a dormir.
— ¿No tienes curiosidad en saber por qué te escribió?
— No. – Bostezo y siento los parpados muy pesados. — Buenas noches. – Apago la luz de la mesita de noche y me dispongo a descansar.

ESTÁS LEYENDO
¿Suerte, Casualidad o Destino?
Teen FictionMe llamo Abigail Contreras, soy una chica normal como cualquier otra. Pero lo que me diferencia de las demás, es que la vida me ha preparado una sorpresa. ¿Seré capaz de aceptar? ¿Seré capaz de descubrir si todo lo que me sucedió fue por suerte, cas...