13| Cena

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La idea de volverlo a ver me pone nerviosa, pensé que al mudarnos ya no tendría contacto con el y de igual manera lo que alguna vez llegue a sentir quedaría en el olvido. A pesar de que me lo encontré en el centro comercial la probabilidad de volverlo a ver era nula, inexistente, un cero a la izquierda. Pero ahora estoy aquí en su casa y a poca distancia de él y eso me aterra y mucho. Se que tuve la oportunidad de decirle alguna vez todo lo que sentía, pero me paralicé y lo único que pude decir es que la pizza era el amor de mi vida, que por cierto lo es. Se que las chicas normales de mi edad (y digo normales por qué yo no lo soy) en un caso como el mío se lanzarían a decirle lo que sienten. Yo reconozco que para muchas cosas soy muy atrevida, lanzada o como le quieran llamar, pero para algo que tiene que ver con el corazón, no lo soy. No soy capaz de expresar mis emociones o sentimientos. Me cuesta mucho abrirme con una persona y más cuando no estoy segura de lo que siento. Se que no lo veía como un amigo, pero mis sentimientos no estaban claros como para hablar de ellos y mucho menos expresarlos.Tampoco sabía si lo que el me estaba diciendo era real o solo se trataba de una broma. El caso es que jamás volvimos a tocar ese tema. Luego fue lo de Pastilla o como se llame. Aún que no me dolió, me molesto la idea de que el a los pocos días de decirme lo que me dijo se hiciera novio de otra. No quiero dañar nuestra amistad con cosas del pasado, no tan pasado por cierto. Pero no sé cómo me valla a comportar teniéndolo tan cerca y con tantas preguntas en mi cabeza.

No recibo ninguna respuesta de su parte y tampoco señales de vida de el. En fin viviendo tan cerca en alguna momento tendré que volver a verlo.

— Disculpen la actitud de mi hijo, aveces se pone un poco rebelde. – Dice Ruth y puedo notar que está un poco avergonzada ya que sus mejillas toman un color rojizo.

— No te preocupes, conocemos muy bien a los adolescente. – Todos ríen al mismo tiempo y por todos solo me refiero a los adultos.

¿Que les pasa? No todos los adolescentes somos rebeldes. Posiblemente hablan de ellos cuando tenían nuestra edad y es una especie de conversación en clave. Ok, no, creo que me está fallando el cerebro.

— Por favor pasen a la casa, mi hija se encargará de mostrarles los adentros. Mientras yo me tomo unos minutos para tener una charla con mi hijo.

Mi padres asienten y la pequeña Eli corre hacia mi. Me abraza fuerte y cálidamente.

— Pensé que ya no te vería. – Me dice la pequeña niña. Me agacho un poco para llegar a su estatura.

— No podrás librarte de mí. - Digo en tono burlón. — Seré tú peor pesadilla. La pequeña ríe y deja notar sus dientes faltantes.Toma mi mano y nos adentramos a la casa.

Una vez dentro Eli se separa de mi y llama la atención de todos.

— Damas y Caballeros, sean bienvenidos a este humilde hogar. Aquí serán atendidos con amabilidad y gratitud. Todo lo que gusten hacer es posible, sea está su casa. – Rio ante la pequeña bienvenida que Eli nos da.

¿Quién diría que una niña tan pequeña tuviera un extenso vocabulario? Yo, no.

La casa es realmente hermosa y amplia. Tienen una sala rápido en la entrada y de doble planta. Y supongo que el la planta de abajo se encuentran todas las salas o estudios y en la de arriba las habitaciones y demás.

— Mi padre bajará en unos minutos, digo si no es que mi querido hermano no hace drama como siempre hace cuando hay visitas. No se sientan mal, el siempre es así. Y si se tardarán sobornare a mi padre con que me de más helado en el postre, ya que los tuve que entretener más de lo indicado. – Todos reímos ante la expresión de la niña. Es pequeña pero con inteligencia.

— Sobornar no es bueno, pequeña. – Dice mi madre mirando a la pequeña con mucha ternura.

— Lo se, pero hay que sacar provecho.

Al cabo de unos segundos se escuchan unos pasos aproximarse por las escaleras y puedo notar que el amigo de mi padre y su esposa son los responsables de ese ruido. Detrás de ellos hay otra persona que no alcanzó a ver.

— Disculpen la demora, ya saben cómo son los adolescentes.

— No te preocupes Miguel, te entendemos.

Los adultos se envuelven en su plática y yo solo puedo quedarme mirando en dirección a esa persona que me sonríe amablemente. Y de pronto siento como mi corazón empieza a latir rápidamente, mis manos comienzan a sudar desenfrenadamente y yo siento como me arden las mejillas. Lo único que quiero en estos momentos es correr lejos y esconderme donde nunca puedan encontrarme. Pero esta es la realidad y el está justo al frente mío, mirándome, sonriéndome, su cabello luce completamente desordenado y lo hace lucir realmente sexy. Aun no creo que esto esté pasando ahora, necesito pellizcarme para comprobar que está es la realidad. Tengo tantas preguntas y dudas en mi mente. Siento como mi cabeza comienza a doler con tantas cosas en ella. Veo como se aproxima aún más hacia mi.

— Hola, Abigail.

— Eeee, hooo...

Esto no me puede estar pasándome a mí, no otra vez, no nuevamente, no ahora.

¿Suerte, Casualidad o Destino? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora