Capítulo 6.

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Adrien vestía un esmoquin negro con camisa blanca y corbata estrecha negra, su cabello lo llevaba peinado de lado como de costumbre y un antifaz negro de tela le cubría la mitad superior del rostro, como en su transformación de Chat.

Se encontraba en la cancha principal de la escuela, todo estaba pulcramente decorado con motivo de hielo: escarcha, copos de nieve, plantas de frío, muchos colores blancos y azul cristalino. A su alrededor, bailaban sus compañeros de clase enfundados en elegantes trajes de noche y todos con máscaras.

El lugar se veía invadido por una atmósfera de júbilo que te hacía olvidar cualquier otra cosa.

-Buenas noches, gatito- le saludó una voz femenina a sus espaldas.

Se giró lentamente, quedándose helado al ver a la hermosa figura que le había hablado. Llevaba un precioso vestido de noche que consistía en un corset rojo vino, una falda de olanes de encaje negra y una cola de satín rojo vino que caía desde los costados inferiores del corset hasta juntarse en el suelo. El cabello lo llevaba suelto con una pequeña trenza rodeándole la nuca por encima del cabello, y un antifaz rojo con motas negras idéntico al de su transformación.

-¿Ladybug?

La chica hizo una pequeña reverencia sonriendo.

-Te ves bien- le dijo su colega.

El chico se sonrojó totalmente. ¿Qué hacía ella ahí? ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía verse tan increíblemente hermosa?

-T...tú...te ves...- tartamudeó -absolutamente despampanante.

-Bueno- hizo un ademán con una mano enfundada en un largo guante rojo -Tú no te quedas atrás.

Adrien se sentía alucinado, tan sólo ver aquél par de ojos azules mirándolo de aquella manera le ponía la piel de gallina, teniéndola ahí, luciendo de esa manera, hablándole de esa manera, en aquél lugar de ensueño con música de ensueño...

Se percató de la música que sonaba, era un vals: Los Patinadores de Waldteufel. (Vídeo arriba)

Se inclinó en una reverencia ante ella.

-Mi lady, ¿me haría el honor de concederme esta pieza?

Le ofreció una mano, que también llevaba con guantes negros, y la miró a los ojos mientras ella le dedicaba una sonrisa coqueta y posaba con delicadeza su mano sobre la de él.

-Por supuesto que sí, caballero.

Pronto comenzaron a danzar alrededor de la sala con elegancia, el vestido de la chica se arremolinaba y su cabello se removía al girar, esparciendo su perfume por la estancia de manera de que no había otra cosa que el chico sintiera más

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Pronto comenzaron a danzar alrededor de la sala con elegancia, el vestido de la chica se arremolinaba y su cabello se removía al girar, esparciendo su perfume por la estancia de manera de que no había otra cosa que el chico sintiera más. Su olfato, visión y tacto estaban invadidos por ella, su oído por la hermosa melodía y no había nada que deseara más que probar aquellos labios que le sonreían.

Blanco, negro y rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora