- Jamy...- murmuró James en plena clase de Matemática.- Jamy... me aburro.
- Shhhh ¡Quiero oír lo que dice la maestra!- se quejó Laria sin quitar los ojos de la señorita Allison que dibujaba números y garabatos sin cesar.
-Lo se, lo se... pero ¿has oído lo que Carol le dijo a Zac que le dijo a Violet que escuchó John de boca de la señorita Rose?- continuó él entre susurros.
- Me perdí en el primer "Lo se"...- murmuró la muchacha jugando con su cabello castaño sin dejar de mirar atentamente la clase.
- ¡Eso es porque no me oyes! ¡Estás escuchando a esa vieja amargada!- se quejó él hablando entre dientes.
Laria se volteó a mirarlo indignada.- Estamos en clase, se supone que la estamos oyendo...
- Pues es mucho más interesante lo que yo tengo para decir.- declaró él enfadado.
Laria bufó acomodándose de frente a James, lista para escuchar la historia.- Vaya pesado eres...
James sonrió victorioso y comenzó a contar la historia:- Como te dije, Carol le dijo a Zac que le dijo a Violet que escuchó John de boca de la señorita Rose que dentro del armario rojo, de nuestra aula, ¡hay un duende!
- ¿Un duende? Los duendes no existen.- declaró Laria irritada porque su mejor amigo le hacía perder el tiempo.
- Si, un duende. Dicen que concede deseos si le envías una carta. Max me dijo que él pidió un chocolate al duende y al día siguiente, su madre le compró un Cofler.
- Eso fue una coincidencia, James. ¡¿En serio piensas que hay un duende mágico en el armario que concede deseos si los escribes en cartas?!
- Pues si lo dices así suena un tanto ridículo...- murmuró James.- Yo voy a hacerlo; no pierdo nada con intentarlo.
Tomó una hoja de su cuaderno y comenzó a escribir a toda velocidad.
- ¿Qué estás escribiendo?- preguntó Laria curiosa.
- No voy a decirte a menos que tú también hagas una carta para el duende del armario.- la desafió James cubriendo la hoja de papel a medio escribir con su brazo para impedirle la vista.
- Eres un infantil.- se quejó Laria cruzándose de brazos. Tenía penas diez años y su mejor amigo era dos meses mayor, pero aún así ella pensaba que James era muchísimo más inmaduro que ella.
- Un infantil que escribe una carta para el duende del armario y que tú mueres por leer.
Laria odiaba eso de James, llevaban más de siete años siendo amigos y él nunca había cambiado ese tipo de ridiculeces. Andaba siempre con una sonrisa tonta en el rostro y los ánimos por el cielo. Reía por todo y se burlaba de todo, y siempre, SIEMPRE lograba convencer a Laria de meterse en problemas o cosas absurdas.
Laria bufó derrotada y arrancó una hoja de su cuaderno amarillo molesta con la idea de escribir.
"Querido duende del armario rojo:
Voy a pedirte un deseo: Quiero que la profesora de Matemática se calle y que mi perro Flopi aprenda a volar para que me lleve a la Luna (donde no hay escuelas con profesores irritantes.) Quiero un auto de muñecas y una remera de mis princesas favoritas. También quiero dulces como paletas, chocolates, caramelos y algodón de azucar (en preferencia rosa). Y lo más importante de todos los deseos: Ganarle a James en el TA-TE-TI.
Firma: Laria.
- Listo.- Informó ella escribiendo su nombre al final de la hoja.- Ahora quiero leer la tuya.
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