•T h i r t y - F i v e•

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Sus ojos no creían lo que veían. Tan bello como siempre, tan alto e imponente. Allí se encontraba Mikaela. Sonriéndole, como si fuera la ultima persona de la tierra.

Sus piernas no respondían, su corazón comenzó a latir con rapidez y su respiración se aceleró. No pudo evitar que una sonrisa asomará por sus labios y que unas lágrimas de felicidad escapen de sus ojos. Era él, no lo podía creer.

– Mi… ka –tartamudeó su nombre y corrió hacía él, lanzándose a sus brazos.

El rubio lo recibió con alegría, él también estaba feliz de verlo. Lo abrazo con fuerza, manteniéndolo en el aire, mientras respiraba su aroma a rosas que tanto anheló. Ahora por fin lo podía volver a sentir contra su cuerpo. Había soñado tantas veces con eso, que no estaba seguro si sería verdad.

– Mi niño, por fin estas conmigo –lo bajó, tomando su rostro entre sus manos, riendo sin poder evitarlo. Era demasiada la felicidad que sentía encima.

– Sí, Mika. Te amo. Te amo tanto –y, aunque pareciera un atrevido, besó sus labios con delicadeza, mientras tomaba su bufanda con sus manos. El rubio le correspondió ese beso, tomando su cintura y abrazándolo contra él.

Casi todos los chicos que veían esa escena maldijeron al saber que no tenían oportunidad con Amane. Ya tenia novio, y era demasiado guapo. Aunque, de entre esos chicos, había uno en especial al cual le comenzó a hervir la sangre. Shūsaku Iwasaki.

Como alma que se la lleva el diablo, se acercó a ellos, dispuesto a separarlos, pero no tuvo que hacer nada, ya que ellos lo hicieron, por la falta de aire.

– Amane –lo llamo, fastidiado.

– Shūsaku –miró nervioso a su rubio, que ya tenia su mirada encendida por los celos – ¿Qué… Qué sucede?

– ¿Quién es el? –miró con desprecio a Mikaela.

– Él es…

– Soy su novio –le corto – ¿Tú quién eres?

– No me dijo que tenía novio. Se ve que no te tenía muy en cuenta.

– Estoy seguro que no te dijo mucho más que mi nombre, no me sorprende que no te haya dicho sobre mí –sonrió con malicia.

– Eso es lo que tu crees –intentó hacerlo enojar.

– Escuchame, Shūsaku. Hace tres meses que no veo a mi niño, no dejaré que arruine este reencuentro un pobre joven celoso al cual Yuu-chan no le da ni la hora, así que, nos vamos –miró al azabache con amor – Tengo muchas cosas que contarte –le sonrió.

– Amane –lo llamo.

– Vamos, cariño –le sonrió Yuichiro, miró a Shūsaku, ignorándolo, y se fueron.

– Maldito –se giró sobre sus talones, saliendo del colegio. Llevaba demasiado tiempo queriendo conquistar a Amane como para que venga ese modelito de adolescentes a robarse su oportunidad.

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Yuichiro no cabía de la felicidad que sentía. Mikaela estaba a su lado, abrazándolo, riendo con él y no estaba enojado. No había ni una pizca de enojo en su semblante y eso lo relajó notablemente.

Miró hacia el cielo, el cual había dejado de nevar, y logro vislumbrar una sombra negra sobre un árbol completamente pelado por el frío. Achicó sus ojos, para poder ver un poco mejor, y noto que ese bulto negro, también era plateado. Era un búho.

– ¡Mika! ¡Mira! –le dijo emocionado. Nunca había visto un animal tan imponente en su vida – Un búho. Es hermoso –sonrió con alegría.

– Zoren –llamó, levantando su brazo para que ese ave se apoyase en él – Él es Zoren, mi entidad, o espía secreto en otras palabras –le guiñó un ojo y la mirada de Yuichiro se iluminó completamente ¿Su vampiro tenía relación con un búho? Era increíble, pero viniendo de él, no lo sorprendía – ¿Quieres acariciarlo? –Yuichiro lo dudó.

•Trueblood• [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora