Yuichiro despertó como todas las mañanas y se dió un baño. Estaba más contento de lo normal, y la herida extraña que tenía en su mano, dolía menos. Seguía con la idea de que tenía que ver con su vampiro, pero aún no tenía las energías suficientes para dejar a Rene, aunque este ya tenía su vida hecha. Tenía nuevos amigos, sonreía como siempre, ya no tenía pesadillas, y aunque extrañaba a su madre y abuelo, ya no lloraba como antes.
No sabía porque no se animaba a volver, quizás temía el rechazo de Mikaela. Lo había dejado muy mal, y temía que estuviera enojado con él y no lo quisiera a su lado. Una punzada de dolor atravesó su corazón al pensar en eso. Si su rubio lo rechazaba y lo hechaba de su vida, él moriría de pena.
Sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso y se comienzo a vestir.
Su nuevo uniforme no era nada bello, como lo era el de la preparatoria de vampiros. Era de un chaleco café trigo con el logo de la preparatoria, una camisa blanca, una corbata azul, unos pantalones grises y los zapatos. Nada lindo, si lo comparaba con el que tenia colgado en su armario, y que esperaba volver a usar algún día.
Bajó a desayunar y, como todos los días, ni su tía ni su hermano se encontraban. Rene entraba una hora antes al colegio, y su tía se iba en la madrugada a trabajar, volviendo cerca del medio día. Así que desayunaba solo. Algo que no le gustaba porque le hacia pensar en cosas feas.
Luego de limpiar todo, se calzó con unas zapatillas, ya que no podía usar sus patines debido a la nieve y partió hacia el colegio, pero, a diferencia de siempre, ya no le interesaba mirar las cosas a su alrededor. Su alegría parecía haberse quedado en Tokyo, junto a Mikaela. Pero, nuevamente, sentía que ese día, sería diferente.
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El rubio terminó de preparar su pequeño bolso con algo de comida y agua. Sería un viaje corto, ya que podría “teletransportarse” como lo hacía siempre, pero necesitaba recargar energía, porque no podía simplemente aparecer en Hokkaido en una sola vez.
Estaba demasiado emocionado, por fin vería a su niño luego de casi tres meses. No veía la hora de abrazarlo, fundirse con su cuerpo y besarlo. Besarlo como si el mundo se acabara mañana mismo.
– Me alegro que hayas decidido ir a buscarlo, mi niño –le sonrió su madre, mientras le entregaba unas vendas, por si tenía que cambiarlas.
Lo miró bien y se sintió fatal. Su rostro estaba más pálido de lo normal y tenía unas muy marcadas ojeras, que demostraban el cansancio que sentía. Su vitalidad se estaba yendo gota a gota a través de su estigma, y de verdad se sentís aliviada que haya decidido ir a buscar a Yuichiro. Él únicamente podría ayudar a su niño.
– No tengo opción. Si le sucede algo, podría llegar a morirme –le dijo sin mirarla, concentrado totalmente en terminar de acomodar sus cosas.
– Prometeme que no cometerás ninguna locura. Por favor, estarás lejos de nosotros –tomó sus manos y lo miró con verdadera preocupación. Mikaela sólo sonrió levemente, besando su frente.
– Te lo prometo, madre. Seré muy cuidadoso –tomó su bolso y se lo cruzó sobre su pecho – Me voy.
– Cuidate, mi niño –besó su mejilla – Sabes que te amo.
– Y yo a ti, madre –como siempre, fue hacia su ventana, saltó y desapareció en el aire.
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Yuichiro había llegado a la preparatoria, y fue hasta su casillero a buscar los zapatos, pero cuando lo abrió se encontró con tres cartas de amor. Otra vez.
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•Trueblood• [MikaYuu]
RastgeleSus familias se oponían rotundamente en su relación, no por que ambos eran hombres, sino por que el era un Sangre Pura, y el otro, sólo un simple humano Pero unos giros inoportunos ocurrirán en la historia, provocando lo que nunca habían pensado *-*...