146. Historias, sentimientos y decisiones.

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Hacía tiempo que no estábamos así los dos. Simplemente solos. El y yo. Como uno mismo.

A veces hacía falta recordar todo aquello que aún ya habiéndolo vivido, se nos olvidaba. Como el suave tacto de su piel, tan suave como la seda, o sus a veces tímidos besos, que se convertían en apasionados junto con el acelerar de su respiración.

A veces debíamos recordar que solo eramos el y yo. Y que entre los dos no había cabida para nadie mas. Debíamos recordarnos que nos amábamos, y que el sentimiento era simplemente mutuo. Que donde el iría, yo le seguiría, que todo aquello que hiciese le apoyaría de manera incondicional. Que no temería si el estaba a mi lado, y que seria la fuerza por la cual yo seguiría adelante.

Donghae apoyó la cabeza en mi pecho desnudo, y empezó a trazar una linea imaginaria sobre mi brazo, marcando cada musculo que sobresalia en el.

- Hace unos años- comenzó a decir- bueno- rió- cuando yo era pequeño, mi padre me contaba muchas histórias.

- Como la de los pescadores que miraban al mar con el pene fuera para contentar a un fantasma virginal?- pregunté entre risas.

- Por ejemplo,- y me pegó en el brazo de manera juguetona- aunque esa me lo contó cuando ya era mayor. Pero hay una en especial que me encantaba.

- Como se llama?

- No lo se, no me acuerdo- balbuceó- era una historia japonesa.

- Quieres contarmela? Me gustan las historias- sonreí.

Este rodeó mi pecho con sus brazos, y apoyó de nuevo la cabeza sobre mi pecho.

- La historia contaba que, hace miles de años, la hija del rey celestial tenía un increíble talento para tejer, y lo hacia a orillas del río. El río representaba la Vía Láctea.- comenzó a decir- El rey estaba encantado con las telas que hacía su preciosa hija, y ella le complacía cada día de su vida, pero eso le impedía conocer a alguien de quien enamorarse, lo cual la entristecía profundamente. El rey, al ver la tristeza de su querida hija, decidió planear un encuentro entre ella y un pastor que estaba al otro lado del río.

- Un pastor celestial?- reí cortándole.

- Cuando ambos se encontraron- siguió- el amor surgió inmediatamente entre los dos que quedaron enamorados el uno del otro. No mucho tiempo después se casaron, y se podría decir que vivían felices, pero el amor no siempre es justo y puede cegarnos de la realidad, y eso fue lo que ambos hicieron, se olvidaron de su realidad. La hija del rey dejo de tejer y el pastor descuidó su ganado dejándo que se desperdigara por todo el cielo. El rey observó furioso dicha irresponsabilidad y separó a los amantes cada uno a un lado del río como castigo por su comportamiento. Pero un padre es un padre, y al ver las lágrimas de su hija por no poder ver a su amado decidió hacer algo por ella. Le prometió que volvería a ver a su amado, pero solo una vez cada año, el séptimo día del séptimo mes, solo si ella había cumplido con sus tareas. Muy contenta, la princesa acepto inmediatamente y se dispuso a trabajar con esmero para ver a su amado ese año. Pero el destino a veces es cruel y al llegar el séptimo día del séptimo mes se dio cuenta que no podía acercarse a su amado, pues no había puente que atravesara el río. Ambos amantes estaban tristes en las orillas del río, y la princesa comenzó a llorar desconsolada por su desdicha. La princesa lloró tanto en ese momento, que una bandada de pajaros vino atraída por ese llanto tan triste, observaron la situación en la que la princesa estaba y le prometieron que ellas harían de puente cada año, siempre y cuando no lloviera. Es así como los amantes consiguieron verse cada año, y cuando llovía, debían esperar al año siguiente para poder consumar su amor.

- Es una historia... rara- admití cuando Donghae acabó de narrar el cuelo.

- Callate!- volvió a pegarme de manera juguetona- no se me da bien contar historias. Mi padre era mejor.

Dreams Fulfilled (Parte 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora