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-Ese hombre no tenía remedio.

-¿Por qué lo dices?

-Bueno, poco después de empezar a espiarlo... Descubrí que era... Eh...
No sé cómo decirlo.
¿Del otro lado?
¿Salido del clóset?
¿Marisco?
¿Príncipe mariposa?

-Homosexual...

-¡Shhh, no digas eso!, es pecado... Dios va a escucharte.

-A veces no sé qué contestarte.

-El caso es que me colé en su casa, una noche. Recuerdo que llovía. Lo ví... Lo ví con su novio en pleno acto. Esperé a que su pareja se marchara, y pensé que no lograría seducirlo... ¡pero tenía que probar sus labios!, así que lo drogué mientras dormía, para no despertarlo.

Y lo besé. Y me encantó ese beso. Creí que se parecía al beso de Señor Conejo. Estuve a punto de perdonarle la vida, cuando un deseo lujurioso embargó mi cuerpo.
Amarré al hombre en la cama y esperé a que despertara.

En realidad no le hice daño.

Sólo lo obligué a poseerme.

Pero no me gustó.

Así que lo mate, ¡duh!

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora