Bésame

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Los ya adultos, Lauren, Alex y Beatrice, acudieron al hospital el día que su padre se sintió peor de lo normal.
Los doctores advirtieron que podrían ser sus últimas horas.

-Papá, ¿cómo estás?, nos llamaron temprano y vinimos enseguida.

-Mis hijos... Lauren, acércate.

La mujer se acercó, y tomó la mano de su padre.

-Hija, te pareces mucho a tu abuela.

-¿A abuela Sara?

-No. A mi verdadera madre.

-Nunca nos hablaste de ella- dijo Lauren.- y no tienes que hacerlo. Solo que siempre tuvimos curiosidad.

-Lo único que necesitan saber, es del enorme cariño que le tuve a pesar de conocerla por tan poco tiempo. Los lazos de sangre son imposibles de resistirse. Necesito que sepan que intenté ayudarla a evitar su destino.

Me hubiera encantado que conociera a sus tres maravillosos nietos, jugar con ellos y mirarlos crecer- William comenzó a llorar- lamento cada instante que me avergoncé de ser su hijo, o los momentos en que me llené de orgullo y rencor. No podía culparla, tuvo una vida terrible, muy desafortunada, y llena de malas decisiones. Pero era mi madre. Y me hubiera gustado que las cosas fuesen diferentes.

Y comprendí que si Anne no me hubiera abandonado, mis padres adoptivos nunca me hubieran convencido de entrar a la universidad donde conocí a Rita, su madre, el amor de mi vida.

Así que hijos, no cuestionen los caminos de la vida. Amen, lloren y sufran, porque todo tiene un propósito, incluso los malos momentos. Diviertanse, amen, sean felices, ¡Vivan!

Sus hijos lo abrazaron entre llantos, y entonces William dejó de respirar.

-¡Doctor!- gritó desesperada Beatrice.

Un doctor y dos enfermeras acudieron inmediatamente.

-Se muere nuestro viejito- lloraba Alex.

-Papá...- susurró Lauren.

El doctor sacudió la cabeza, y los hermanos comprendieron que su padre se había ido.

-¡Papá!, ¡papito!- gritó Beatrice, llorando a mares.

Alex la abrazó muy fuerte, y Lauren comenzó a besar la frente de su padre, y susurrarle cuánto lo amaba y lo amaría por siempre.

Vivan al máximo, y amen intensamente...