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-Quisiera hablar con el dueño de este establecimiento.

-Soy yo. Me llamo Gordon.

-Soy William. Estoy averiguando sobre un hecho que tiene como veinte... Veintiún años, más o menos...

-Dígame.

-Un hombre murió en el lago de la carretera Joane, pasó por esta cafetería antes de irse, ¿no?

-Lo recuerdo. Hablé con él. Primero pidió un baguette y un café. Lo oí decir que estaba cansado. Me contó que tuvo una discusión con su novia, pero que estaba dispuesto a arreglar las cosas y pronto volvería a casa.
De hecho... Ese día mi hija llegó de la Facultad de letras diciendo que tenía un proyecto de redactar una historia de amor, y al escuchar la de este tipo, Alexander, quedó entusiasmada y le hizo toda clase de preguntas sobre su amada.

-Eso es tierno...

-Alexander dejó una carta para la historia de mi hija, pero ella nunca lo publicó por respeto a él. ¿Quiéres verla?, la guarda como recordatorio del verdadero amor. Cursilerías de mujeres.

-Quiero llevarmela, si no le importa.

Gordon se levantó y se ausentó unos minutos. Volvió con un papel en la mano.

-Esta es.

William la sostuvo como si fuera lo más frágil del mundo, y la guardó en su bolsillo.

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora