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-¡Volviste!, creí que ya te habías aburrido de mí.

-Habla, pues.

-Bien. A la edad de diecinueve años, ya había asesinado a diez hombres.

-Por razones muy estúpidas.

-No. No son para nada estúpidas. Están bien justificadas. Ninguno de ellos era tan perfecto como mi Señor Conejo.

-Tan perfecto que lo mataste también..

Sh!, no arruines el final, ¡aún no llegamos a esa parte!

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora