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"Has envejecido, Señor Conejo, y también tienes una familia".

"Sí, y amo a mi familia".

"No tenías derecho a una familia. Solo podías tener una conmigo".

"No entiendo nada... ¿no vas a matarme?"

"No, Señor Conejo. Voy a hacerme tu esposa, tendremos hijos y seremos muy felices juntos".

"Ya veremos eso".

Entonces mi Señor Conejo se levantó de un salto. Había logrado deshacer su nudo. Corrió hacia mí y me lanzó contra el suelo.

Forcejeamos un rato. No podía creer que Señor Conejo intentaba asesinarme. Ese no podía ser mi final.

Señor Conejo descuidó mi brazo derecho, y logré sacar una navaja de mi bolsillo del pantalón.

En defensa, se la clavé detrás del cráneo.

Mi Señor Conejo estaba muerto.

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora