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Muchas canas.
Sus padres ya tenían muchas canas.
Las manos agrietadas por el duro trabajo en la granja.
Su hermana en uniforme de secretaria. Un empleo estable.

Lo que Anne jamás tendría.

-Madre. Padre. Hermana.

-Hija mía- dijo el padre de Anne- te ves tan demacrada. Te ves muy mal.

-Así me ha tratado la vida.

-No. Fuiste tú. Tú decidiste.

Anne comenzó a llorar. Y no le dio vergüenza hacerlo frente a ellos, porque se sentía demasiado mal consigo misma. Era de sus momentos de claridad, en los que se daba cuenta de lo que había sido su vida.

-Lo siento.

-¿Lo sientes?, hija, lo que hiciste es imperdonable.

-Hermanita. Anne. Escucha. Pudiste haber tenido una buena vida. ¿Sabías que eres tía de dos lindas jovencitas?

-Oh... Bien por ti...

-A una de mis hijas la llamé Anne.

-...

BésameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora