La vida de recién casados nunca es fácil, pero para una pareja que empezó su relación con todo en su contra, será mucho peor.
La relación de Aidan y Brook se pondrá a prueba de la peor manera. ¿Será el amor lo suficientemente fuerte para superarlo?
...
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Aidan POV.
-¿Qué? –inquiero, sin poder creer lo que escuché.
-¿Es eso factible? –interviene Albert.
-No –contesta el abogado-. En lo absoluto. Las pruebas que tienen contra él no serán suficientes. Pero... se llevará a juicio de todas formas.
-¿A Juicio? ¿O sea ya están seguros que fue él? –es Albert quien habla.
-Al parecer hay un par de testigos –dice-. Tienen lo suficiente para llevarlo a juicio. Pero no lo suficiente para declararlo culpable. Podemos luchar contra eso. Pero si él... da su declaración, todo estará perdido.
-Eso no –replica Albert-. Brook saldrá de aquí. No importa lo que haya hecho.
El abogado asiente, seriamente.
-Yo no pude convencerlo. Quizá ustedes puedan –dice.
-Yo hablaré con el –le digo-. ¿Cuándo podré verlo?
-Puedes pasar un par de minutos por hoy. Y mañana te daré los horarios.
-Gracias.
El abogado me conduce por un par de pasillos, y después de una puerta de seguridad es un policía quien me acompaña.
Hay un largo pasillo con pequeñas celdas individuales.
Y por fin llegamos con Brook.
El simple hecho de verlo ahí: solo, bajo una escasa luz y detrás de los barrotes hace que mi garganta se cierre.
-Brook –lo llamo.
Al instante sube la mirada y se pone de pie.
Camina lentamente hasta mí, y se sujeta de los barrotes.
-Aidan –articula.
-Vamos a sacarte de aquí –aseguro, intentando controlar el sentimiento interior.
-Le dije al abogado que...
-No –lo interrumpo-. Te voy a sacar de aquí. No quiero que hagas nada más que lo que el abogado te indica. ¿De acuerdo?
Niega con su cabeza.
Dios. No puedo soportarlo.
Llevo mi mano hasta la suya e intento sujetarla.
-Brook, no seas idiota –digo con frialdad. Y eso me hace captar su atención por completo-. No importa nada. Solo haz lo que el abogado te diga. ¿Okay?
Me mira a los ojos y comienza a adquirir un tono rojizo en las mejillas.
-Okay –termina aceptando.
Y su simple asentimiento termina por hacerme llorar.
Sin que pueda decir algo me inclino hacía él, y como reflejo él hace lo mismo.
