Habían pasado ya varias semanas cuando decidió salir de su escondite, si bueno tenia que enfrentarse a la desesperación de su padre y de Este Chico que ya la habían reportado con la policía como desaparecida.
Ella se sentía tan bien en su pequeño rincón. Se satisfacía y se lamía las heridas. Pero creía que ya era hora. Encendió su celular y creyendo que habían pasado días, ya el tiempo corría a casi dos meses de sus ''desaparición''.
Se curó las heridas, porque sabía que su padre la llevaría al médico desde que la viera y no quería explicar mintiendo como sus moretones y rasguños llegaron.
Esperó que cayera la noche y salió... y volvió a entrar, pero por la puerta del frente, la cual su padre miraba desvelándose hasta caer en los brazos de Morfeo.
-Padre, llegué a casa- dijo con voz trágica entre llantos por ver a su padre tan amargado, con ojeras y flaco por no alimentarse bien. -Mi Flor- el padre respondió con una alegría inmersa en una sonrisa, -¿Dónde haz estado? te he echado de menos y he pensado cosas atroces!- dijo saliéndole dos lagrimas de alegría y tristeza. Flor no respondió, solo se sentó en sus piernas y lo abrazó y al oído le pidió perdón. Y así se durmieron.
A la mañana siguiente el padre la levantó para que tomase una ducha y desayunara. Era un día de fiesta. Este Chico llegó a la casa tan pronto como el padre le contó la noticia y cerró el teléfono.