Días después, cuando su padre llegó le dieron la noticia. Pero Flor le dijo que se casarían dentro de 5 años cuando ambos terminarán los estudios y estuvieran estables otra vez. El padre aceptó felizmente, abrazó a su hija y a su yerno.
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El disfrute del placer que se experimenta con un pensamiento, situación o hecho desagradable o doloroso sigue siendo parte de la vida de Flor. Ya hace 6 meses que se comprometió con Este Chico, pero se ha aburrido de él. Ahora viven juntos, y Este Chico ha aceptado a Flor, pero ya Flor no le interesa que él sea parte de sus ''juegos''.
La noche anterior, Flor decidió salir. Se desnudó, llenó la bañera y mientras se admiraba en el espejo que estaba frente a ella, se empezó a acariciar. Le gustaba acariciarse, le gustaba su intimidad. Recordaba tener escondites en su casa con jueguetes para su propia diversión, buscó entre los cajones del baño las pinzas para pezones que tenía guardada, se entró a la bañera, se las puso y de inmediato salió un gran gemido y empezó a tocarse por todo el cuerpo hasta llegar a su clítoris, donde se quedó por unos instantes para luego pasar una de las pinzas del pezón a su clítoris. Se masturbó hasta sentir como todo el placer acumulado salía de su cuerpo.
Luego de un gran baño caliente, se puso un vestido negro a medio muslo y sin tirantes, pero lo más importante es que no tenía ropa interior. Se dio un maquillaje sencillo, porque no le gustaba todo eso. Corrió a la cocina y aprovechó que Este Chico no estaba en casa, así que le dejó una nota que decía que dormiría en su casa paterna, y por la puerta grande que es más derecho, salió.
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Entró a un bar, un poco alejado de su casa. Estaba todo a media luz, pero podía ver con claridad los rostros de las personas mientras iba llegando al bar. Se acercó sigilosamente a la barra y pidió un trago, caro y escaso, lo bebió despacio y por su garganta corría lo que le subió el deseo y la desesperación.
Después de 4 o 5 tragos se le acercó un hombre rubio, alto y musculoso. Le preguntó que si le podía invitar un último trago y ella lo ignoró. Él le dijo que se llamaba Yaniel y ella lo ignoró de nuevo. Por último él se le acercó hasta su oreja derecha y le dijo que era la mujer más hermosa que había visto en ese día, ella esbozó una sonrisa, lo miró, se paró y se fue. Yaniel le siguió unos pasos más atrás. Cuando ella estaba fuera del bar, Yaniel le agarró la mano y le dijo que su departamento estaba a una cuadra qué si quería ir. Ella se negó con la cabeza y le señalo con disimulo un hotel que estaba en la esquina continua: —estaré en la habitación a nombre de flor, dame unos minutos para prepararme— le dijo— ah, y trae algo de beber— le recordó antes de irse.
Yaniel entró al bar, pasó al baño, se lavó la cara, para asegurar de que no era un sueño, luego pidió una botella de vodka en el bar, la pagó y salió en busca de flor. Flor no duró mucho en llegar, se registró en el hotel, le dijo al front desk cleck del hotel que la segunda lleve de la diera a su amante que vendría en breves instantes preguntando por ella y fue directo a su habitación. Se quitó un zapato en la entrada, el otro a medio camino y el vestido al pie de la cama.
Cuando Yaniel llegó al hotel, el front desk clerk le dio la llave de la habitación 1150. Entró a la habitación y con lo primero que se topó fue con los tacones de flor, subió la mirada buscándola y la encontró acostada en la cama con las piernas bien abiertas y un dildo púrpura dentro de ella. No pensó otra cosa que en quitarle el dildo y meterle su gran amigo para darle placer, pero ella no quería eso. Ella le pidió que la admirara unos instantes en lo que ella terminaba con el dildo. Yaniel se sentó en un mueble que estaba frente a la cama, sacó a su amigo y ni desperdició tiempo. En lo que Flor se ahogaba en gemidos, Yaniel se masturbaba todo a un mismo ritmo y cada vez más y más rápido. Unos minutos después, Yaniel expulsó un gran chorro de semen y Flor unos segundos después se corrió en la cama, y comenzó la acción...
Al amanecer, Yaniel despertó buscando a Flor en vano. Eran la 6am cuando Flor había llegado a la casa de su padre, claro, entrando por sus puertas secretas y llegando a su propio paraíso. Se durmió con una sonrisa en su rostro y descansó por primera vez en meses como una diosa.