Capítulo 2.

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Tras abrir los ojos y levantar su cuello dolorido del hombro de Yixing, Luhan echó una mirada al precioso paisaje natural y su mirada se encontró con los ojos indiferentes de Yixing.

—Ya era hora de que te despertaras, ancestro —dijo Zhang Yixing.

Luhan miró fijamente a Yixing y parecía estar examinando las pequeñas líneas que surcaban su rostro.

—¿Qué me ha pasado…? —preguntó.

—La próxima vez, antes de quedarte dormido, podrías dar algún tipo de pista de que tienes sueño, como bostezar o algo —le dijo Yixing, sonriendo.

—¿Cuánto tiempo he dormido? —Luhan sacó su móvil y comprobó la fecha.

—Un par de minutos, nada más —contestó Yixing, masajeándole los hombros, y se puso de pie para acercarse a por unos snacks. Después se volvió para mirar a Luhan:

—Dime la verdad, no habrás venido a dormir aquí porque Kris y yo nos hemos tumbado en tu cama, ¿verdad?

Luhan miró a Yixing, dudando.

—Estás triste y silencioso hoy… —Yixing se quedó mirándolo—. Si tienes algo que decir, dilo ya.

—A finales del año pasado… Gayo Daejun… yo… aquello fue…

Yixing lo interrumpió, con los ojos cerrados.

—¿Por qué te sigue importando tanto ese incidente?

Luhan se queda quieto. Esas pocas palabras, tan tranquilas, que habían salido de la boca de Yixing parecían haber pinchado algo en su mente.

—Eso pasó hace mucho tiempo, ya no le molesta a nadie… Ya recogimos el premio y nos disculpamos, además, hasta las fans estaban tristes por ti. Hablando de eso, tu comportamiento fue rarísimo ese día. Primero te quedaste aturdido en el escenario, pero ni siquiera cuando estábamos ya en el backstage podías recordar nada de lo que había pasado. Tao dijo que era amnesia post-traumática e insistió mucho en llevarte al médico. Lo bueno es que al menos has vuelto a la normalidad… No vuelvas a tomar pastillas para dormir, ¿vale?

Luhan ni siquiera estaba escuchando a Yixing. En absoluto. Se giró lentamente y caminó hasta la enorme pared de piedra, vio los pequeños clavos tirados en el suelo, entre la tierra y la hierba. El martillo también estaba en el suelo, justo al lado de la flecha roja.

Cogió el martillo, lo lanzó con todas sus fuerzas hacia los arbustos y cogió a Yixing, arrastrándolo con él por donde habían venido.

—¿Eh? ¿Ya nos vamos? —Zhang Yixing estaba más que contento de coger su mochila y marcharse de allí.

Luhan cogió la mano de Yixing y sintió que irse de allí era como escapar de una pesadilla. Se frotó los ojos con la mano que tenía libre y sintió que veía a Clown frente a él, sonriendo y diciendo: «No te olvides del camino de vuelta».

—¡Nunca voy a volver aquí! —exclamó Luhan hacia las montañas. Yixing se quedó mirándolo, en silencio.

—¡Yixing! Si alguna vez se me ocurre querer volver a este sitio, debes detenerme a cualquier precio —le dijo Luhan, mirándole a los ojos—. Tienes que prometérmelo.

Yixing siguió mirándolo, sorprendido.

—¿Por qué?

—Prométemelo —Luhan seguía mirándolo fijamente.

—De acuerdo —dijo Zhang Yixing, viendo lo serio que estaba Luhan—. Pero tendrás que decírmelo cuando quieras venir.

La mirada de Luhan se debilitó, sus piernas parecían haberse vuelto de gelatina y cayó, sentado, al suelo.

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