Capítulo 11

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HUGO'S POV.

Visualicé como sus ojos se iban abriendo poco a poco y rápidamente aparté mi mano de la suya endureciendo acto seguido mi rostro.

— ¿Dónde estoy?

— ¿No lo ves? —Continué hablando. — Se llama hospital.

No quería ser tan duro con ella, pero su insensatez nos había llevado a esta situación. Alissa estaba muy delgada y me culpaba por no haberme dado cuenta.

Sus clavículas se acentuaban notáblemente, así como la zona entera de su busto. Sus brazos eran como las ramas de los árboles y en sus ojos se encontraban dos grandes círculos oscuros.

— ¿Hugo?

— ¿Tanto te extraña que sea yo?

—Siendo sincera, sí. —Lucía muy desconcertada al igual que avergonzada.

—Alissa, joder, estás en los putos huesos.

La mandíbula de aquella decaída chica se oprimió con suavidad y logré ver como una lágrima recorría caía tras el revoloteo de sus pestañas.

Deseaba abrazarla, pero no lo iba a hacer. No podía hacerlo.

Mis manos comenzaron a tensarse y no tuve más remedio que irme de allí sin pensármelo dos veces.


ALISSA'S POV.

Ninguna de mis palabras detuvo que Hugo saliera por la puerta. Cerré los ojos conteniendo mi aliento y percibí como unos rayos de luz entraban por la ventana. La luz me molestaba al igual que todo aquella mañana.

—Venga, Ali, abre esos ojos que nos vamos a dar un paseo.

— ¿Clara?

— ¿Te alegras de verme? —Me preguntó en un tono mucho más seco de como solía hablarme Clara normalmente.

—Claro que me alegro. —Contesté incorporándome con cuidado. No entendía como había podido desmayarme, ese día había desayunado un café bien cargado y una galleta integral.

—Pues venga, levántate poco a poco. Yo te ayudo.

Clara se acercó a mí y me ayudó a incorporarme del todo con cierta delicadeza.

—Siéntate en la silla de ruedas. —Me sugirió mi amiga.

—Pero estoy bien. —Sentencié. Pese a que sentía algo de cansancio en mi cuerpo, sabía que él respondería correctamente ante mis movimientos. Le hice caso y lentamente plasmé mis pies en el suelo, armándome de valor.

—Hola chicas. —Una médico nos interrumpió. —Veo que le va a dar un paseo.

Clara asintió.

—Será mejor que le pongamos suero en vía, por prevenir. Está muy débil aun.

Observé como la chica pelirroja se acercaba hasta un armario blanco, del cual extrajo una botella de suero, un tubo y una vía. Situé mi muñeca hacia arriba siguiendo los pasos de la médico. Esta inyectó con cuidado la vía y lo colocó todo a la botella.

—Ya está, chicas. Llevad cuidado y si ocurre algo avisad inmediatamente.

Ambas le agradecimos su atención y salimos de la habitación.

—Deja que lleve yo la silla, Ali.

Accedí sin oposición alguna.

Ambas nos dirigimos hacia un banco que se encontraba en un parque cerca del hospital. Ella se sentó y dejó la silla de ruedas en frente suya. Mi nueva amiga estaba tan nerviosa que comenzaba a inquietarme a mí también. Sabía que comenzaría a atosigarme a preguntas.

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