La joven de cabellos escarlata

32 2 0
                                    

Me logré sentar gracias a la ayuda de la hermosa joven, examiné con calma mis alrededores, era de noche y parecía estar en una especie de jardín, no tenía idea de qué hacía o cómo había llegado aquí. 

-Disculp...- No alcancé a decir nada ya que sus brazos me sorprendieron con un cálido y fuerte abrazo, cuidando de no lastimar más mi herida. -Lo siento, realmente lo siento- La voz se le quebraba mientras pronunciaba aquellas palabras con dificultad. 

-¿Qué es lo que ocurre?- Me encontraba bastante confundido, no sabía quién era ella y aún menos la razón de sus disculpas, coloqué mis manos sobre sus brazos e intenté alejar a la chica de mi con la mayor suavidad posible. 

-¿Estás bien?- Pregunté a la adolescente. La chica me miró extrañada, como si algo malo pasara conmigo o hubiera dicho alguna cosa sin sentido. Aproveché su silencio para dejar salir una de las muchas preguntas que tenía guardadas desde que pude distinguir la luz de la luna abriéndose paso en la oscuridad. 

-Oye, realmente agradezco que hayas venido a ayudarme. Pero, ¿Quién eres?- Pasados unos segundos la rara expresión de la misteriosa muchacha desapareció y sólo se escucharon risas durante un rato. 

-Vaya que me asustaste, Shai. Por un momento pensé que realmente estabas mal de la cabeza- La chica se levantó mientras controlaba la risa que había brotado hace un momento. -Ya deja de bromear y levántate, tenemos que ir a tratar esas heridas- Dijo entre risas mientras me propinaba una dulce sonrisa.

Desconcertado me limité a mirar a la chica con una expresión de confusión, al principio se le notaba alegre, pero luego pude notar como su rostro cambió a uno de preocupación.

- Estás bromeando, ¿Verdad?-  La joven dió un paso hacia adelante antes de colocarse de cuclillas y mirarme de frente. Yo me limité a mover mi cabeza en forma de negación.

-¿Quién eres?- Pregunté nuevamente, me costaba un poco mirarla a los ojos, sea quién sea mi verdadero yo, no podía ser una persona muy segura de sí mismo.

La expresión de preocupación de la chica seguía, me empezaba a incomodar lo cerca que se encontraba, no había respuesta alguna por su parte, parecía sumergida en sus pensamientos. Miré hacia otra dirección para no sentir a la chica tan cerca de mi.

-¿Eres algo mío?- Una sensación cálida cruzó por mis mejillas, noté que me estaba sonrojando. Ella reaccionó volviendo a la realidad y sonrió dulcemente.

-¡Claro, soy tu hermana menor, Kirin!- La miré de forma inexpresiva.

<<¡¿Qué demonios?! ¡¿Es mi hermana?!>>

-Bien, gracias por ayudarme, Hermanita- Al parecer podía disimular muy bien y parecer calmado, aunque realmente no estuviera ni un poco tranquilo.

-Vamos a la casa, aquí afuera hace mucho frío y además debo tratar tus heridas- Suavemente volvió a ponerse de pie, parecía muy amable y una buena chica.

Asentí y colocando mis manos sobre la tierra me di un pequeño impulso para lograr ponerme de pié, me tambalee un poco, mi cabeza dolía mucho y las brisas heladas me hacían desear un abrazo cálido y largo, pero de las sábanas de mi cama.

Unas cálidas manos tomaron mi extremidad superior derecha y me llevaron hacia una dirección, Kirin había notado que no podía mantenerme estable por mi mismo. Miré hacia el frente, hacia donde íbamos, era una casa antigua, al más puro estilo japonés, creo que era obvio dónde me encontraba. Ambos nombres y la propiedad eran de apariencia japonesa.

Cuando entramos a la casa mis ojos no podían creer lo que veían, estupefacto admiré todos los rincones de la habitación donde nos encontrábamos. <<¡Esto es completamente diferente a como se veía por fuera!>> El interior de la casa se veía completamente tecnológico, los muebles eran modernos, había aire acondicionado y las paredes eran completamente blancas, sin una mancha en ellas.

-Esto es...- El tono de mi voz para esas palabras eran casi inaudibles, no era mi intención que Kirin me escuchara, no alcancé a ver todo con detalle ya que mi "hermanita" me llevaba de la mano hacia un pasillo, el cuál cruzamos antes de entrar a una de las habitaciones que estaban en ese lugar.  A pesar de toda la tecnología la habitación se veía bastante sencilla, una cama bien arreglada, una mesa de noche con una pequeña lámpara y un aire acondicionado. Kirin me soltó la mano y caminó en dirección a una pared que estaba vacía, le dio un pequeño toque y esta se abrió mostrando una especie de armario, de ahí sacó una especie de alfombra enrollada y un kit de primeros auxilios.

Kirin dejó lo que parecía ser una alfombra en el suelo, se desenrolló completamente y pude notar que era como una colchoneta, ella empezó a buscar unos vendajes, algodón, un líquido desinfectante y gasas. Obviamente debía sentarme sobre la colchoneta para que la joven pudiera empezar a tratar mis heridas.

-Oye, ¿Puedes contarme un poco de nuestra vida? De verdad no te recuerdo- La verdad no recordaba nada referente a lo personal o social, ni siquiera sabía que vivíamos en Japón, de no ser por la apariencia exterior de la casa no lo habría notado.

-Está bien, te contaré todo lo que pueda- Su expresión no era muy tranquila, debía estar angustiada porque su propio hermano no la recordaba, si es que realmente somos hermanos. Prefería mantener en secreto las cosas que desconocía, por alguna razón pensar en un hospital no me agradaba, razón por la cuál no quería hacer parecer serio este problema.

La joven Kirin empezó a desinfectar mis heridas, percibía un fuerte dolor, pero fue distraído casi por completo cuando empezó a hablar sobre su, bueno, nuestra vida.

-Verás, nosotros...-

Memorias PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora