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Vivo con Joaquina y sus hijas, Marita y Ángela. Son mis amores, por ellas haría lo que fuera. Ellas me dicen que soy la mejor abuela del mundo.
Marita tiene ocho años y Ángela tiene dieciséis. No creo que haya en todo el mundo dos niñas tan bellas como ellas.
Ángela me viene a buscar siempre luego de que terminan estas reuniones, no quiere que regrese sola a la casa. Es solo a dos cuadras, pero dice que es peligroso. Solemos hablar, los problemas de los jóvenes de ahora son tan distintos a los de mi época, y a la vez tan iguales. Le gusta un chico, pero ella piensa que no es lo suficientemente linda. No se da cuenta de lo bella que es y lo mucho que vale. No es porque sea mi nieta, pero es el chico el que debería sentirse afortunado.
