II - Un Akuma para dos

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- Ha llovido toda la semana, no me quejo, adoro la lluvia tanto como cualquier estación del año, pero eso dificulta mi agilidad, puedo resbalar en cualquier momento, aunque es muy chistoso ver a Chat noir cayendo cada dos por tres, el pobre usa su báculo para movilizarse, y a veces, el suelo no está de su lado con tanto aguacero, de todos modos es un gran compañero de batalla y siempre aparece en el momento más necesario para mi ¿tendrá acaso un radar que le avise cada que su lady se encuentra en problemas y él corra al máximo para evitarlo? Siempre recibe aquellos ataques que van dirigidos para mi siendo víctima de hipnotización o manipulación o aquella vez que timebreaker (o quiebratiempo) robó minutos para volver al pasado y chat se interpuso entre ella y yo. Jamás he tenido una batalla sin él a mi lado... ¿qué sería de Ladybug si tuviera que luchar sola? Si yo recibiera esos ataques que mi fiel Chat ha evitado... nada sería igual. Lo quiero mucho, pero no puedo corresponder al sentimiento que sé tiene por mí, yo estoy enamorada de Adrien, pero... talvez, si Adrien no fuera parte de mi vida... quizás podría sentir algo más por Chat...

¿¡Pero qué digo!? ¿una vida sin Adrien? Oh, que Dios olvide lo que acabo de escribir... no tiene sentido una vida sin Adrien... ¡Claro que no! - fue lo último que escribió la azabache en su diario personal antes de meterse a la cama y dormir.

Al amanecer Marinette bajo al primer piso a desayunar y discretamente metió unas cuántas galletas en la bolsita que oculta a Tikki su kwoami.

-Hija ¿a qué hora estarás de regreso de la escuela? - pregunta en medio del desayuno la madre de Marinette, Sabine.

-m... creo que cerca de las 4, talvez antes si terminamos los trabajos a tiempo ¿por qué? - responde.

- ¡Ah! Que bien, sucede que necesitaré que llegues lo más rápido posible. La señora Nadja vendrá por unos importantes pedidos que terminaremos con tu padre en unas horas, pero no podremos entregárselos, saldremos a comprar ingredientes y unas nuevas recetas al otro lado de París así que necesitaré que estés aquí para dárselos. Es muy importante ya que son delicados y deberás ayudarla a montarlos en una camioneta, son para el trabajo. Por favor hija...

- Por supuesto mamá, como no - dice finalmente Marinette con una cálida sonrisa. Terminado su desayuno, se levanta, se arregla, besa en la mejilla a su madre y padre, y sale directo al instituto.

Dentro del salón de cases se disponían 20 alumnos, varios eran conocidos para Marinette, pero algunos cuantos coincidían por primera vez en aquel grado.

Una en particular era muy silenciosa y jamás compartía con el resto. Había llegado ese mismo año porque sus padres apenas se mudaban a la capital y su timidez jamás le ayudo mucho.

Por eso se sorprendió tanto la ojiazul cuando al término de la jornada y lo más aprisa posible guardando sus pertenencias, aquella chica de cabello alazán y muy largo, mirada gris y cohibida la interrumpe preguntando:

- ¿Ma-Marinette? - por supuesto sabía su nombre, por voto popular era nuevamente la presidenta de clase.

- ¡ay! - da un pequeño brinco asustada - disculpa, no te sentí ... ¿Qué sucede? - responde avergonzada y algo extrañada por la actitud retraída de la muchacha que mantenía baja su cabeza.

-Ah pues... yo solo quería saber si podrías ayudarme con algo... es que... ¿Puedes?

- Aaa... sabes... ahora mismo estoy muy apurada. En serio quisiera ayudarte, pero tengo algo importante que hacer y debo llegar luego a mi casa... lo siento... - dice posando su mano en el hombro de la chica - pero ven a verme si lo necesitas, o háblame mañana...

-N-No te preocupes... no es nada grave...

-Bueno entonces... am... Adiós... a...

-D-Davina... - completa la muchacha - Sí, adiós... cuídate - dice finalmente y se retira siempre con la cabeza gacha y rápidamente.

Marinette se sintió algo apenada, siempre observaba a esa muchacha desde que comenzó el año escolar, y nadie se le había acercado para entablar amistad. Por otro lado, una vez le tocó hacer un trabajo grupal, Davina hizo su parte, pero no comentó ni opinó nunca, solo pidió que le dieran la parte que quisieran que hiciera. Sin pensar en más Marinette al fin se dirigió a su casa. Llegó justo a tiempo, 5 minutos después llego la señora Nadja a buscar sus pedidos.

Aún en la escuela Davina se encontraba sentada en una banca cercana a los casilleros, esperando. Cuando divisa a cierto ojiverde salir de entre los demás. El rubio iba apurado, se atrasó por culpa de Chlóe que quería contarle una de sus odiosas anécdotas mientras éste buscaba su traje de esgrima e implementos. Tenía ese don de la paciencia así que aguantar a Chlóe por mucho que le hastiara, la escuchaba, al menos por el respeto que tenía a su infancia por el hecho de que fue su única "amiga". Adrien no pudo evitar un sobresalto al sentir como un dedo palpaba su hombro con dos tactos. Al voltear se sorprendió de ver a una chica que jamás hablaba con alguien, y notó la cara de pena que mostró Davina ante la sorpresa del rubio que se sonrojo por su indiscreción.

- ¡Da- Davina! - dice luego de unos segundos sin palabras y solo la mirada de ambos avergonzados - ¿sucede algo?... - pregunta confuso y tratando de disimular su prisa.

- ah... Pues sí... yo solo quería saber si podrías ayudarme con algo... ahora...

- ¿es muy urgente? - responde rápidamente - tengo un compromiso ahora mismo y estoy retrasado... si quieres, puedo ayudarte más tarde te pare...

- ¡No! - alza un poco la voz (no mucho en realidad) - no te preocupes, no es urgente, solo era por si podías - levanta su cabeza mirando directamente a los ojos de Adrien que era una cabeza y media más alto que ella. Un halo de tristeza se asomó por los ojos de la muchacha que el rubio no pudo notar por su apuro. Se despidió con una disculpa y se retiró velozmente hacia su clase de esgrima.

Talvez Adrien no habría estado tan urgido en asistir a estas clases en años pasados, pero ahora su maestro se volvió tres veces más exigente con la puntualidad y su destreza, concentración, reflejos, y muchas otras habilidades que ya debería controlar perfectamente, pues estaba entrando en un nivel superior y debía por tanto demostrarlo, pero al parecer había ciertas distracciones en la vida del muchacho que lo desviaban en ciertos puntos de su entrenamiento, tanto así en la esgrima como el karate.

Davina resistió cuanto pudo hasta llegar a un callejón apartado donde apoyó sus cosas (un gran bolso además de su mochila y una pequeña cartera amarilla) entonces entre sollozos ahogados comenzó a maldecir... maldecir su suerte, maldecir a Marinette... maldecir a Adrien... y entonces... una mariposa violácea...

-Término capitulo dos -


Comentarios autora:

Espero se vayan entusiasmando a seguir leyendo, a partir del siguiente capitulo se pone más interesante y comienza a centralizarse por completo la historia. Espero les haya gustado y sigan adelante.

Davina es un personaje creado por mi, y la imagen del inicio también la hice yo para más o menos representar la apariencia de ella. Su función en esta historia espero les agrade, y es algo que se descubrirá más adelante.

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