XI - ¿Y me pides olvidar?

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Dio inicio el Tercer trimestre, y con ello la parte más pesada del año. Marinette debía ponerse al día con sus estudios, trabajos alternos de su taller de diseño, entrenamientos con Tikki y el maestro Fu y que aún no acababa de comprender como es que el anciano guardían siempre le esperaba meditando en medio de su cuarto cuando ella menos lo esperaba sin previo aviso, prácticas con Chat Noir y el maestro, y sus desasosiegos sentimentales entre dos rubios que le traían abrumada de afecto y desesperación.

Varias veces volvía de la escuela, ofuscada y con los pelos revueltos del estrés y el poco tiempo para sí misma, ni Tikki le dejaba en paz, no podía dormir una noche sin soñar con ejercicios matemáticos, artísticos, o heroicos, dos rubios peleando a muerte por su corazón, y su alter ego Ladybug reprendiendo su actuar indiferente con ambos "Yo ya rechacé a uno, tú no hagas lo mismo, sabes lo que sientes" le decía la moteada encolerizada por demonios de pesadilla.

El maestro Fu consiente de la doble vida agotadora de la muchacha, incluía antes de cada ejercicio una sesión de meditación, para relajar a la francesa y que su fatiga no interfiriera en el progreso mágico.

Marinette ya no tenía tiempo siquiera de hablar con sus amigos, ni ellos tampoco, nadie tenía tiempo para nada. Todos los estudiantes pensando su futuro, planeando sus elecciones de carrera y universidad, estudiando todo lo necesario para ser el estudiante competente que exigían las pruebas de aptitud.

La añil no dirigía la palabra a Adrien más que para estudiar juntos en la biblioteca en los ratos que serían su libertad, pero entre estar sola dándose un par de minutos para sí, prefería reservarse las meditaciones junto al maestro Fu y aprovechar breves momentos de estudio y conocimiento con el apuesto rubio. Aun sentía el mismo ardor al encontrarlo enfrente sorpresivamente. Y la misma pasión seguía vigente al tenerlo a su lado el tiempo que sucediera.

Sentía enamorarse más de él, y volvía a caer en el suplicio de sentirse amarrada frente a él, y encadenada ante un enmascarado ladrón. Este último robó su corazón y pretendía no devolvérselo; podía encontrar a este enmascarado felino en la mirada esmeralda del modelo, en la sonrisa generosa del mismo y también en sus bromas inesperadas. En cada gesto del modelo, se reflejaban las del gatuno, y no eran las semejanzas lo que la atormentaban sino las complejas diferencias reflejadas como una moneda de doble cara.

Intentaba en lo más hondo disfrutar las cortas compañías del rubio, mientras no fueran interrumpidas por Chloe, y borrar de sus pensamientos al felino que intentaba sobreponerse en el rostro del ojiverde.

Sin embargo, no estaba preparada para esa noche.


Los entrenamientos habían terminado temprano. La fatiga era intolerable, y el maestro decidió continuar para otro día, no había apuros, aún no se presentaba un nuevo ataque.

Terminó los pocos deberes pendientes y poco antes de medianoche logró acostarse en su acogedor lecho.

Vueltas y vueltas fue lo único que consiguió. De pronto ya no serían pesadillas ahogadoras lo que pesarían en sus noches, ahora comenzaría una etapa de insomnio incurable que sería reparado de una sola manera, y esta manera, sería la menos esperada para la muchacha, una íntima y confidencial.


Adrien, acostumbrado a una rutina sin descanso, esta etapa no dejaba de ser la mejor para él. Siempre en soledad, prefería sacrificar todas sus horas de ocio por estar con más gente a su alrededor, conocer más del mundo desde diversas perspectivas humanas y aprender de las relaciones de amistad como nunca tuvo en su niñez. No esperaba conocer el amor, solo amó a sus padres toda su vida, y aún era difícil para él explicarse su pesar. Desear a una persona como nada en el mundo y luego, desear otra persona tan intensamente como la anterior.

El último AkumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora