XIX - El diseñador tras la máscara

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La tarde, luego del relato de la azabache, pasó fugazmente.

El grupo de muchachos, los cuales eran los únicos que recordaban los anecdóticos sucesos decidieron ir a visitar al autor de sus días.

Llegaron a la pequeña casa del maestro Fu el cual los recibió con calma y complicidad. Chloe no tardó en hacer notar sus inquietudes.

-¿Maestro qué sucederá con nuestros miraculous ahora que la ciudad está a salvo? ¿Volveré a ver a mi kwami? - interrogó afligida. Sus compañeros portadores asintieron con la misma expresión de duda interrogante.

-Te aseguro que sí querida, pero primero hay un asunto que debo resolver por mi cuenta con cada miraculo, en su debido tiempo estos volverán a sus manos, se los prometo. La ciudad y el mundo nunca estarán realmente a salvo, siempre serán necesarios nuestros héroes.

Dicho esto, el maestro indicó al grupo que se retirara, pero en un guiño casi imperceptible les pidió al rubio y la peliazul quedarse un rato más. Dejando a sus amigos marchar sin que lo notaran, el par cerró la puerta tras ellos y reingresaron al salón. Fu con una mirada armoniosa les dio la espalda acercándose a un extraño objeto aparentemente antiguo con apariencia de megáfono, o de esas antiguas radios pensaban en silencio los muchachos, ubicada al fondo de la habitación y con movimiento sutiles el maestro abrió la cajuela bajo la antigüedad. Hizo ademan de tomar varias cosas y con las manos cerradas se aproximó nuevamente en dirección a los muchachos que le esperaban extrañados.

-Hay aún un tema muy importante que conversar - articuló en dirección al rubio, mostrando los objetos que había ido a buscar, todos los miraculous se encontraban entre las manos del anciano protector incluyendo el de Wayzz.

El maestro les indicó entonces que lo siguieran, y tomando direcciones poco habituales para los muchachos fue adentrándose en el sector alto de la ciudad. Adrien poco a poco comenzó a reconocer el ambiente, pero aun no sabía bien a donde se dirigían específicamente, pues muy pocas veces había pasado por allí, sin embargo, Marinette estaba desorientada completamente.

El maestro se detuvo frente a un enrejado muy particular y ambos muchachos abrieron firmemente los ojos al reconocer la conocida mansión Agreste frente a ellos.

Ninguno de los dos quiso articular la pregunta que se atascó en sus gargantas, pero se miraron al unísono entendiendo que ambos desconocían la intención de su superior. "¿Para qué nos trajo hasta aquí?" logró susurrarle la azabache a su novio cuando quedaron unos pasos atrás del anciano luego de serles permitido el ingreso. Adrien solo le miró con ternura y temor, estaba ocurriéndosele la razón de estar allí. "Creo que es por... Hawk Moth..." luego de pronunciar las condenadas palabras Marinette le miró con comprensión y tristeza.

A la entrada de la Mansión se asomó el señor Gabriel parado en la parte media de la escalinata al medio del salón de recibimiento. Su expresión dura y fría era la misma de siempre, y su actitud seguía tan altanera como habitual, pero solo Adrien pudo distinguir la vergüenza y el arrepentimiento en su mirada que pedían auxilio y perdón.

Adrien ante tal revelación buscó afligido la mano de Marinette pero torpemente solo logró agarrar su chaqueta negra, la ojiazul ante la reacción comprendió el llamado de consuelo y sujetó firmemente la mano masculina temblorosa del rubio "estoy contigo" decía con la fuerza de su agarre.

-Buenas tardes... - articuló el diseñador ante el abrumador silencio y las miradas hacia él. Su voz para Marinette sonaba tan firme como siempre, no así para Adrien.

-Padre...

-Sé lo que debemos hacer - interrumpió a su hijo - por favor síganme - indicó comenzando a subir los escalones sin esperar al grupo ni dirigir mirada a su asistente que detrás del trio miraba también sorprendida y preocupada a su jefe.

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