IV - Más Problemas...

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Una oscura y siniestra habitación. Un gran ventanal. Otra posible víctima. Hawk Moth, contentó por sentir otra alma en desgracia atrajo una de sus mariposas, la encerró entre sus manos y trató de poner la magia akuma en ella. Mas no fue posible y perdió su transformación rápidamente.

- ¡Nuru! ¡¿qué sucede?! – preguntó furioso ante no poder manipular otra víctima.

- Amo... aún no tiene la fuerza suficiente para poder crear más de un akuma.

- ¡¿QUÉ?! ¡¿me estás diciendo débil?!

- cl-claro que no amo, pero es la verdad...

- Bien... la chica morena con sentimientos contradictorios por un broche tendrá que esperar su turno... ¡pero Vengative está tardando demasiado...!

- tendrá que esperar que suceda un hecho que alarme a Ladybug y Chat Noir. No podrá quitarle hasta entonces sus miráculos...

A la semana siguiente amaneció con un brillante sol y pequeños cúmulos de nubes. Una sonriente peliazul se estiró en su cama luego de pasar un fin de semana solo recordando un viernes único y pasando la materia de la semana anterior "que linda es su letra" solía decir cada que terminaba una materia. Prometió asistir a la escuela esa semana así que debía levantarse a desayunar y partir al instituto.

Al llegar a su salón una punzada cruzó su estómago, su mejor amiga se encontraba sentada junto al moreno Nino ¿habrán estado así toda la semana o solo por hoy? ¿habrá dejado a Adrien solo en su pupitre desde cuándo? No sabía qué hacer. No sabía si Nino solo estaba ahí hasta que empezara la clase, o se sentaría allí desde ese momento hasta quien sabe cuándo... se quedó petrificada en la entrada/salida de la puerta hasta que un escalofrío recorrió todo su cuerpo para ver al rubio posar una mano en su hombro y saludarla por la espalda.

-Buenos días – saludo en alto – viniste – le sonrió en un susurro al oído.

- Pu-pues sí ... - se limitó a responder nerviosa.

- ¿qué haces aquí de pie? – preguntó avanzando hacia su puesto dejando su bolso en su lugar.

- aaa... No sabía dónde... - la vergüenza de que Alya le oyera no le permitió seguir. Para su suerte no fue necesario, Adrien comprendió su mensaje (dándose cuenta en ese mismo instante de que su amigo estaba ubicado en el puesto de Marinette) y le indico discretamente "aquí" con la mano y los labios. Imaginaran que otro escalofrío recorrió la espalda femenina, la única vez que se había sentado lado a lado de Adrien fue en un trabajo grupal y estaban los 5 integrantes sentados en el suelo compartiendo animosamente, no en una situación como esta, y en la que solo "esa" persona te habla. Se ubicó en el puesto de Nino, colocó la mochila en un costado del asiento, puso los codos en la mesa y apoyó a cabeza sobre sus manos con un triste suspiro. Adrien la miraba con melancolía, pensaba en alguna cosa que pudiera subirle los ánimos a alguien como Marinette, algo como salir al parque talvez y luego comer mucho azúcar... sí, el azúcar siempre anima... pensó.

Ya como era este el último año de preparatoria había ciertas clases en que el curso seguía por su cuenta en clases de acuerdo al interés de cada persona, así que Marinette tenía una sección sola, sin Adrien, Nino ni Alya, pero si con Chloé. Para su suerte, la rubia decidió no molestar, talvez ya había pasado de moda el chisme de la azabache y Chloé solo habla sobre lo que está de moda. Ufff – suspiró.

Por fin habían terminado las clases, y Adrien le prometió acompañarla a su casa, así que se fue a reunir con él a los casilleros. En el recorrido recordó algo muy importante, y talvez el rubio podría ayudarla.

El último AkumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora