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-No puedo reprobar... - Susurraste enfuruñada en la silla, con tus manos ocultas en las enormes mangas de tu suéter azul, tus ojos gélidos mirando sin mirar por la ventana.

- Pues te vas a tener que aplicar... - Te respondí fingiendo desgana, tus cejas espesas se fruncieron, tus ojos se posaron en mi oscuros y amenazantes.

- No me lo tienes que repetir - Gruñiste escondiendo la cara entre las rodillas.

- Pues no pareces muy motivada - Te dije a medio reír.

- ¡No puedo repetir! - Gritaste frustrada alzando los brazos.

- ¿A que se debe el cambio de actitud? - Te pregunté con una sonrisa socarrona, tus mejillas rosadas se inflaron.

- No te lo voy a decir... - Dijiste a voz queda.

- Entonces olvídate de mi - Te dije, me puse de pie y con un guiño me despedí.

- ¡Espera! ¡No lo entiendes literatura! - Gritaste poniéndote en pie, impresionado te miré, tus ojos se desviaron al suelo, tus mejillas se tiñeron de carmín - No entiendes literatura... - Susurraste apenas audiblemente - Yo se lo prometí...

Con tranquilidad regresé junto a ti, revolví tu cabello color desastre.

- Bien, cumplamos esa promesa señorita quimica - Entonces, tímidamente, me sonreiste.

De Literatura Y QuímicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora