Cap. 4

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Narra Ámbar:

Genial. Ahora resulta que nadie sigue fiándose de mí aún. Ni siquiera Delfi. Odio que ahora esté todo el rato detrás de ese malvestido de Pedro. Sólo tengo a Jazmín pero una cabeza hueca no entra en mis planes. Luna sí me habla después de todo. Otra cosa diferente es que yo no le hable a ella porque no quiera. Es aburrida. Lo tiene todo, la pobre.
En realidad me gustaría cambiar. Después de todo lo que me dijo Luna, me sentí muy cruel pero se ve que es imposible. No hay segundas oportunidades para mí. Pero igualmente creo que voy a dejar a Luna en paz o a intentarlo.

Me encontraba sentada en una de las mesas del Roller mientras miraba el celular esperando algún mensaje de Matteo dándome, quiero decir, dándonos las gracias por nuestro regalo. Pero ya había pasado una semana desde que subimos el videoclip.

De repente mi celular sonó y yo atendí. Era Matteo.

-Hola Ámbar.
-¡Matteo! ¿Cómo va todo? ¿Viste nuestra sorpresa?
-Todo está bien. Y sí la vi. Me encantó. Me hizo emocionar mucho.
-¡Genial!
-Voy a volver a Argentina.
-¿QUÉ? ¿EN SERIO?
-Sí. Convencí a mi papá y te quería pedir un favor.
-Claro. Dime.
-Necesito que me recojas en el aeropuerto. Llegaré mañana temprano. Además es sábado y no hay colegio.
-Por supuesto, Tino y yo te recogeremos.
-Y por favor, quiero que sea una sorpresa. Sobretodo por Luna.

Yo suspiré.

-Vale. Está bien. Tú secreto está a salvo conmigo.
-Genial. Gracias, Ámbar.
-De nada. Hasta mañana.

Colgué el celular. No podía estar más contenta. Mi plan, digo mi idea funcionó y Matteo volverá.

Me desperté a las ocho de la madrugada, me arreglé y avisé a Tino para que me llevara hacia el aeropuerto. Tuve que pagarle mucho para convencerle. Parece muy tonto pero sabe mucho.

Entré en el lugar visualizándolo con la mirada y buscando a Matteo hasta que lo vi con sus maletas. Fui corriendo hacia él para abrazarle.

-¡Matteo! Todos te echábamos mucho de menos.
-Lo sé. Yo también os echaba mucho de menos. —Me dijo Matteo mientras me abrazaba sonriendo y después nos separamos. Le acompañé hasta la salida y le ayudé a subir las maletas al auto del carro.

Después Tino nos llevó de vuelta a la mansión.

Por la tarde me dirigí al Roller y estaban todos los chicos con los que hice el videoclip. Luna estaba apoyada en la barra, desganada y pidiéndole a Pedro un licuado.

Me acerqué a ella.

-¿Qué te pasa?
-Es un poco obvio, ¿No?

Yo rodé los ojos e hice una seña para que todos los chicos me mirarán.

-Hoy les traigo una sorpresa. Les aseguro que después de esto me van a amar.
-Mira Ámbar, me da igual que sorpresa nos tengas preparada. Lo único que quiero es tener a Matteo al lado. —En ese momento entró Matteo pero todos los chicos estaban de espaldas a él y yo que estaba enfrente era la única que le veía.- Y sinceramente no le veo aquí. Lo demás no me interesa nada. Por lo menos esa es mi opinión. —Yo la miré entre cerrando los ojos sin entender cómo se comportaba Luna y esta suspiró.- Siento mucho mi actitud. Perdónenme pero la verdad es que no puedo quitarme al chico fresa de la cabeza. Lo amo y lo necesito aquí. —Yo le hice una seña con la mirada para que se girase, ella se extrañó pero lo hizo y fue emocionada a abrazar a Matteo.

-¡Matteo! ¡No lo puedo creer!
-Yo tampoco. —Dijo Matteo y cuando se separaron del abrazo, Matteo acarició el cabello de Luna y esta no pudo resistir besarle de manera apasionada.
-Por favor, paren. —Dije yo disgustada al igual que Simón.
-Sí. Es horrible verles así. —Dijo Simón.

Ellos nos miraron de manera desafiante pero después rieron y todos nos abrazamos.

-Qué bien que volviste. —Dijo Gastón contento.

[...]

Me encontraba caminando hacia la mansión. Esta vez iría andando ya que un paseo no me vendría mal. Sentí a alguien detrás mío. Me giré y era Simón.

-¿Qué haces acá?
-Ah. Perdona, señorita. No sabía que esta calle era tuya.

Yo rodé los ojos.

-Bueno. Mejor me voy a otro sitio. —Dijo y se giró para irse.
-Esperate. —Le agarré de la muñeca para que se girara.

Me quedé unos segundos mirando nuestras manos unidas y después solté mi mano rápidamente.

-Te necesito. —Le dije.- Digo, que te necesito para ayudarme a cambiar.
-¿Ayudarte a cambiar?
-Sí. ¿Hay algo que no entiendas de esa frase?
-Pues toda la frase, en verdad. Te refieres a cambiar de iPhone, ¿Verdad?
-Qué gracioso eres. —Dije con sarcasmo y me crucé de brazos.- Me refiero a mi personalidad. ¿Me ayudas?
-No.
-¿Cómo que no? Te lo ordeno.

Simón enarcó una ceja.

-Lo que quería decir es que eres libre para hacer lo que quieras, eso. Pero me vendría bien ayuda.
-Ámbar, para cambiar una personalidad no le tienes que pedir ayuda a alguien, simplemente es algo natural que haces porque quieres y porque lo necesitas.
-Pero yo quiero y creo que lo necesito muchísimo. Es obvio, ¿No? —Hice una mueca.
-Sí. Definitivamente.
-¿Me ayudarás?
-¿Cuáles son las palabras mágicas?
-Qué palabras mágicas. De qué me hablas. Qué es eso. —Fruncí el ceño sin entender.
-Es muy fácil y empieza por p.
-¡Ah! Espera que lo adivino. —Me llevé una mano a mi mentón, pensando.- Ya sé: Pingüino negro, paraguas viejo. ¡No! Espera. Pimiento rojo. —Asentí con la cabeza convencida de ello.

Simón intentaba no reírse mientras me veía decir cosas sin sentido.

-Vamos, Ámbar. Sabes cuáles son las palabras mágicas. No te hagas la tonta.

Yo resoplé.

-Por favor.

Simón aplaudió.

-Muy bien. Vamos progresando. —Dijo Simón.

[...]

Narra Simón:

Después de minutos que se me hicieron eternos intentando cambiar a Ámbar, nos sentamos en un banco y a una mujer joven de le cayeron muchos papeles y libretas. Supuse que trabajaría en una oficina.

-Ya sabes, Ámbar. —Dije en voz baja para que no me escuchara la mujer.
-¿El qué? —Dijo Ámbar.
-Ayudala.
-¿Pero por qué? Ella nunca me ayudó a mí.

La empujé suavemente para que se levantara y me miró enfadada. Después se agachó para ayudar a recoger todo.

-Muchas gracias. —Sonrió la mujer.
-No hay de qué. —Sonrió también Ámbar y después se levantó.
-¿Ves como era fácil? —Le dije sonriendo.

Simbar: Todo Cambió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora